Marquesado de Gibraleón
En 1530, la familia Zúñiga logró que el rey Carlos I de Austria elevara el título sobre Gibraleón de Señorío a marquesado, que recayó en el primogénito del Duque de Béjar, don Alfonso de Zúñiga.
Pertenecían a esta demarcación, además de Gibraleón, el Rincón de San Antón, Cartaya, San Miguel Arca de Buey -El Rompido- el término de lo que hoy es Punta Umbría, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos, Sanlúcar de Guadiana y El Granado. En total suponía una superficie de 1.060km., lo que equivale a algo más de la décima parte de lo que sería la provincia de Huelva.
Del siglo XVII es interesante recordar el episodio vivido entre Miguel de Cervantes y el Marqués de Gibraleón. Buscando Cervantes un mecenas para su obra, dedicaría a éste la primera parte de su novela inmortal El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicada en Madrid por Juan de la Cuesta, con privilegio de Castilla, Aragón y Portugal en el año 1605. La dedicatoria dice así: Dirigido al Duque de Béjar, Marqués de Gibraleón, Conde de Benalcazar y Bañares, Vizconde de la Puebla de Alcocer, Señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos.
La jurisdicción de los Duques de Béjar sobre el municipio acabó con la abolición del régimen señorial por un Real Decreto firmado y promulgado por la Reina Regente María Cristina en 1835. Así se rompió esta relación de casi cuatro siglos con la familia Zúñiga, los cuales vendieron, poco tiempo después, las posesiones directas que aún mantenían en el término. De este periodo hoy solo queda un vago recuerdo histórico y el hecho de que a la villa de Gibraleón se le concedió el Escudo heráldico de sus antiguos señores de la casa de Béjar.
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