Vocabulario popular de Valverde del Camino
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Palabras y expresiones típicas de Valverde del Camino
Extracto de la obra del cronista Valverdeño D. José María Ortiz Arroyo, autor del libro" La Casilleta. Viejas costumbres y formas de hablar"
A
- A calzón quitao. Corre a toda prisa, con desenfreno y como desesperado por llegar lo antes posible. Ej: «todos vamos a calzón quitao».
- A medio arcá. Dícese de lo que se deja a medio hacer, o sea, no terminarlo del todo por considerarlo difícil y endosándose aquello a otro. Ej: «¡Anda, síguelo tu que es bien sencillo... ya ves que te lo he dejao a medio arcá"». Pero al hacer esto puede esperarse la respuesta célebre de «ña-ña».
- Abanaó. Utensilio de la cocina de forma redonda hecho de empleita de cojoyos que sirve para avivar el fuego en las cocinas a carbón, hoy en deshuso por las modernas cocinas eléctricas y de butano. Los nuevos métodos son más cómodos para las mujeres, ya que a muchas de ellas les da tiempo y han soltado el abanaó para coger el volante del 600.
- Acatu. Expresión que se utiliza para exagerar la medida y forma de una cosa. Ej: cuando se consigue la captura de un pez medianito, al comentarlo, se suele decir: Era acatu (exagerando su dimensión).
- Acoquinao. Hombre de poco espíritu, acomplejado, cohibido. En el matrimonio se llama pisao o, más todavía, mojao.
- Aguate. A cualquier bebida con mezcla de agua decímosle que está aguate.
- Ajecho. Quitar de en medio todo de una sola vez, nada de apoquitapoco, sino cuanto antes mejor. Pongamos por ejemplo lo que se hace “por gusto” con las cartillas de ahorro, sobre todo la mía, que me la han dejado ahora que parece que la han “jarbegao por arto”.
- Ajila. Exclamación muy significativa del valverdeño ante un caso que nos extrañe mucho. Ejemplo: Cuando un hijo le dice al padre: “Mira papá que yo... me tengo que casar y no tengo ná”. El padre piensa primero en la cartera, mira después a su mujer y... salen dos “ajilas” que ríete tú de la catedral de Burgos.
- Al echá. Se dice cuando jugando al hoyo con las perras gordas o chicas, nos ponemos en posición inclinada hacia delante, levantando la mano derecha y la pierna contraria, de manera que caigan lo más verticalmente posible, y si acertamos al colar, llega aquello de: Una enfuera...¡las quiero!.
- Aquellar. Acción de realizar un arguero.
- Arbolá. Trozo redondo de paño suave y con pelillos muy finos con el las mujeres hacían su aditamento facial y que tiempos atrás eran unos polvos blancos. En mis tiempos las habí que cuando cogían la arbolá se ponían la cara como un queso fresco.
- Arcatea. Tropel de niños que van haciendo diabluras propias de la edad. Sobre todo cuando salen de la escuela o de ese tan traído y llevado repaso.
- Arguero. Trabajo o faena urgente que produce agobio.
- Arpetrechao, -a. De arpetrechar, vestirse con mucho esmero. A la persona que va vestida con todo detalle, sea cual fuere la moda, suele decírsele: ¡Que arpetrechá va!
- Arranao, -a. Demasiado cansado por algún esfuerzo que se ha hecho o por una larga caminata. Por ejemplo, llegar a casa después de llevarse todo el día buscando gurumelos.
- Arrecopetao. Suele decirse cuando en espectáculo público no cabe ni una sola persona más. Ej.: "El cine está arrecopetao".
- Arrecotar. Acción de dar la vez o comienzo de un juego callejero. Para ello se emplea la frase: "Me arrecoto la china para no echarme".
- Arrempujar. Acción de rempujar. Como ejemplo tenemos la célebre sevillana "Alonso, Alonso, mira que te arrempujo y te tiro al pozo"
- Arruche. Estar mal económicamente, o sea, sin dinero. Por ejemplo, antiguamente cuando en Valverde había una gran sequía íbamos a Sotiel, traíamos a la Virgen de Coronada y agua que te crió
- Arvellano. Dependencia del Ayuntamiento. Especie de Jefatura Superior de Policía, pero en miniatura, donde detienen, como medida preventiva, a los gamberros (si es que los hay) los Municipales.
- Atentemonete. Lleno, rebosante, que se derrama.
- Aterecío, -a. Tener mucho frío, estar aterido de frío. Ej: Cuando una persona sale a la calle escasa de ropas y vuelve a casa con mucho frío, suele exclamar: "Vengo aterecío, menea la copa".
- Atrocao''. Hombre de mollera dura, de criterio cerrado y más basto que un cerón. Así que ya ven: "más duro que la reja de un arado y con más corcha que "El Garduño"
- Avinao. Con gusto a vino, muy propio en los melones
- Azognagao, -a. Dícese de aquel que después de una larga caminata en días de calor, se le ve venir escanchao, trayendo escocidas ambas caras internas de la parte alta de las piernas.
- Azollamao. Dícese cuando la carne o pescado están mal asados, quedando medio crudos y por ello tiene un aspecto poco apetecible. También cuando algo no sale como deseamos, se emplea la expresión "¡Ay, estoy azollamao por dentro!"
B
- Bajeando. Cuando uno hace algo mal siendo muy simple hacerlo bien, solemos decir: "Anda, tío castañas, que se te habrá quedao el arma bajeando"
- Barbiana. Mujer de carácter agrio y de mucho genio, que no te da la razón por muchos billetes verdes que le des, y que no se anda por las ramas, sino que de buenas a primera te saca la tarjeta roja y vas que ardes
- Barquino. Esta palabra la registra el Diccionario de nuestra lengua tal y como nosotros la entedemos, pero no le da el sentido figurado con que nosotros la usamos por aquí, hombre tosco, testarudo, cabezón, torpe, bruto, con poco sentido de las cosas
- Bartelá, recocá, ruflá. Estas palabras son sinónimos y se emplean para indicar una gran cantidad de cosas
- Berrón, -es. Llanto de niño cuando se le azota con demasiada crudeza. En otro sentido se le llama berrón a aquel que aunque el negocio le va muy bien quiere demostrar lo contrario
- Berrueco. Trozo de pan duro que se aprovecha para migar el gazpacho.
- Borrajo. Le llamamos a las brasas que quedan cuando ya se ha consumido la llama de una hoguera y también al cisco quemado de una copa (brasero).
C
- Cachero. Hombre con demasiada frescura, de poco escrúpulo y de palabras soeces que suenan con cierta repugnancia; en fin, lo que se dice un verdadero ordinario en todo sentido.
- Cachirulo. Decímosle al que es muy testarudo, sin sentido de lo natural, y poco razonable, que no hay quien lo baje del chaparro. En otro sentido, se le dice también cachirulos a los bolillos de las antiguas camas metálicas con el colchón de paja de maíz que por lo alta que eran, tenías que tomar carrera para poderte subir.
- Cacholá. Dícese cacholá a la mucha abundancia, o sea, a una gran cantidad de cosas.
- Cachorreño. Se dice cuando el día está que no hace frío ni calor; hay nubes pero no está el cielo cubierto; parece que va a llover y sale el sol; en fin, un día esaborío
- Caerse el cuajá. Especie de enfermedad misteriosa que, según tenemos entendido, se da en los niños de corta edad y que al parecer se cura con una friega de aceite y un esperrío de aguardiente por sorpresa. Hay quien asegura que la mitad del aguardiente se destina a refregar el vientre del niño y la otra mitad... quítale el número que pensaste.
- Calamocano. Bebido, embriagado, borracho, pero no del todo, o sea, que está pintón.
- Calzonera. Dícese de la mujer que estando enamorada, no es correspondida y va detrás del que a ella le gusta, como el demonio detrás de un alma.
- Cancamurria. Dícese a la persona muy pesada, que habla demasiado, repitiendo mucho lo mismo, de la que solemos decir que habla siempre el mismo soniquete.
- Capirucho. Penitente de Semana Santa.
- Capitejo, En. Se dice cuando una persona monta a otra sobre los hombros. La variedad de montar sobre las espaldas de otro se conoce como ir en trunche.
- Caraballento o carabullento. Se le llama al que se le ve nervioso, con mal genio o inquieto; algo así como el rabo de una lagartija o las trompas de Medina allá por los años treinta.
- Carda. Azote o paliza que suele darse a los niños cuando no obedecen a sus padres. En una época ya lejana, solían darnos con la “changa”, cuando, por ejemplo, veníamos de bañarnos del inolvidable “Charco de los juncos”, sin el consentimiento de nuestros mayores. Al castigo, pues, se le llamaba “carda”.
- Carrafilera, En. Quiere decir uno detrás de otro, y otro y otro y así hasta formar una fila o cola; esto de cola trae cola, porque hubo una época en que para comprar algarrobas o medio kilo de “moniatos”, había cola pero cola.
- Cascajo. Dícese de la persona que que se considera de poca salud.
- Castañuo. Con muchos...; testarudo, muy cerrado.
- Caún - caún. Frase que suele emplearse cuando en una reunión de amigos hemos hecho unos gastos y uno se tira el farol de querer pagarlo todo. Siempre hay alguno que le dice: “¡Quieto! «ascote», no hay nada caro, caún-caún”.
- Cazolea. Meterse en todos lados, o sea, curiosear con la idea de enterarse de todo lo que no le importa. Por ejemplo los hay que por fuerza tienen que enterarse de los pucheros que se bebe fulano o las “medias” que se bebe pitaño y a lo mejor el tal se los bebe a escondidas, pero ¡a cazolear se ha dicho!.
- Chasca. Suciedad. Por ejemplo lo que queda en las calles de mi pueblo por las mañanas después de recogida la basura y además de la “chasca” quedan los cubos, que, como dijo el mago de las letras españolas, huelen y no a ámbar precisamente.
- Chichiribaila. Dícese del que promete muchas cosas y luego no las realiza; que peca de mucha informalidad.
- Chicho. Decimos al hombre de campo, rudo, basto,de modales poco correctos. En fín, de esos que les dan “tres coños” de todo lo que “verdeguea”, pero sencillo y sano por naturaleza, de los que todavía dicen “papá y mamá” pero que cuando se enfadan tienen más genio que una trampa.
- Chincha. Que pica en el orgullo, que da rabia. Ej.: “Me chincha un montón no poder ir a la playa”
- Chinchá. Cuando un negocio marcha bien, suele decirse del dueño que tiene un buen chinchá.
- Chindolá. Esta palabra de “chindolá” no significa nada, pero que repetida y con música, hace mucho en el acompañamiento de los antiguos fandangos carnavaleros.
- Chipicharpa. De poca formalidad.
- Chocos, pinche, masemadama y garrafuñe. Palos de la baraja; respectivamente oros, espada, copa y bastos.
- Chocos. Además de ser aperitivo para nosotros tiene otro significado. Por ejemplo, darle a uno los chocos significa pegarle fuerte, o sea, darle una buena carda para que sea menos metepata
- Chorrá. Esa necesidad que hacen los niños y, por supuesto los mayores, el orín
- Churrete. Gota de sudor que resbala de la frente u otra parte de la cara o cuello cuando éstas están sucias sobre todo de polvo.
- Churrum-botina. Expresión empleada más por la mujer valverdeña que por el hombre, al negar algo o no estar conforme con lo que se está discutiendo
- Ciruelo. Atontolinado
- Contumenia. Se dice a la realidad de un asunto
- Cortar el reó. Faena que hacen las jarbegaoras en la limpieza de la casa y consiste en coger el rabo de un conejo, y mojándolo en pintura colorada de fabricación casera, lo pasaban por el ángulo que forman la pared y el suelo para cuando se le dé cal a la pared o pintura al suelo, no pasen de esta señal ni una ni otra. A esto se llama en Valverde cortar el reó
- Correndito. Expresión muy propia cuando no se acepta o no se está de acuerdo con algo. Ej.: María, ve a la taberna y me traes un poco de vino". Ella contesta: "¡Correndito, eso está echo ya!
- Coscarse. Moverse.
- Cosco. Porrazo que nos damos en la cabeza contra cualquier cosa
- Cotobullos. A los huesos de nuestra propia anatomía les llamamos cotobullos cuando éstos son muy pronunciados. Ejemplos: Pómulos, codos, rodillas, tobillos... En otro sentido, de la persona bruta, torpe o de poco razonamiento, solemos decir: Valiente cotobullo está el gachón"
- Cucar. Jalear a dos para que se enzarcen en discusión con la expresión: "¡anda ahí con él", pero siempre dentro del buen humor y la broma
- Cucharro. Recipiente de corcho que se saca del troncón de los alcornoques y que sirve para beber (normalmente agua) cuando se va al campo
- Culampa. Guarida o cueva de las bogas de los charcos de por aquí. De esta palabra cualquiera podría dar una explicación más exacta que nosotros, y si de la Rivera se trata, pregunten al amigo “Benito El Melo”.
- Curita. Especie de insecto entrelargo y de forma cónica, de color negro con rayas circulares en rojo, al que los niños de entonces echábamos saliva para que segregara sangre, o al menos eso era lo que nos parecía.
- Currimandini. Palabra con la que queremos hacerle gracia al niño de tres o cuatro meses
D
- Dar los chocos. Significa dar el castigo al que pierde cuando se juega a lo chocos, cuyo castigo es difícil explicar con palabras escritas
- De jilón - de jilón. Esto quiere decir a poquita a poco, así como quien no quiere la cosa, es decir, suavito pero avanzando lentamente a ratitos, sin prisa, hasta conseguir la meta propuesta. La mete puede ser “Los Migueletes”, “El Túnel”, “El Candil”, “La Isidora”, “La Herradura”, “El cuqui”, “La Venta Paco”, en fin, eso cado uno allá.
- De sopaca. Quiere decir venir por debajo cuerda, asolapao, de incógnito, con mucho sigilo, queriendo saber mucho dando a entender lo menos posible, lo que se dice un verdadero zorrococlo pero que al final, si tiene mucha suerte puede que le pase esa tontería que dicen de Sofico.
E
- Echar el cuarto. Dícese cuando se trabajan dos horas más de la jornada normal de ocho, o sea, horas extras que deben pagarse con el 25 por ciento de aumento, pero que en Valverde lo hacen los menos porque según dicen los patronos “éstas meten el pico en el polvorín”.
- Echipé. Expresión que se emplea cuando al fin se ha dado con la definición que se buscaba de una cosa o se acierta al relatar un hecho.
- Efajao. Cansado, fatigado, agotado por el calor de esos días que le estorba a uno todo, menos la cartera, claro.
- Efuciar. Terminar un arguero. Cuando uno tiene un arguero y lo aquella, se dice que ha efuciado.
- Embirmar. Arreglar aprisa y mal una chapuza.
- Empanchurrao. Cuando uno ha bebido demasiada agua se dice que está “empanchurrao”. Dicen que los hay que se “empanchurran” hasta de vino, aguardiente, coñac, cubas-libres... en fin, de todo hay en la viña del Señor.
- Empercochao. Se le dice a lo que no está muy limpio, o sea, sucio por abandono o dejadez. Por ejemplo, como un coche que está aparcado en una calle céntrica, que el día que lo levanten, veremos que habrá algo así como un criadero de champiñones.
- Emperifollarse. Arreglarse cualquier día con vestidos “domingueros” o algo fuera de lo normal. Nosotros para mallor aclaración, diríamos que lo hacen algunas mujeres cuando van a Huelva a recoger el resultado del “analice”.
- En Trunche. Manera de transportar una persona a otra enganchándose el montado en la espalda del montador y éste sujetándole por el trasero. Lo suele practicar el padre con el hijo pequeño cuando éste, después de haber estado toda la tarde de pie por la Feria, Semana Santa, etc., pide a aquél: “Papá, estoy mu cansao, montame en trunche”.
- Encambustao. Ensimismado, abstraído, algo así como queriendo acordarse de algo sin dar en el clavo, pérdida de memoria, írsele a uno el santo al cielo o cosa por el estilo.
- Encampanao. Quedarse admirado, atónito por lo que vemos o escuchamos con gran atención, por lo mucho que nos gusta una cosa, sea lo que sea. Ejemplo: Las mujeres se quedan “encampaná” escuchando por la radio esa novela de “Lucecitaaaaaa... Lucecitaaaaa..”.
- Encorruscao. Cuando estamos en la cama muy calentito y casi nos tocamos con las rodillas en la barba, decimos que estamos “encorruscao” y dicen que hay más cosas a las que les pasa igual, pero... para qué nos vamos a meter ahora en calzoncillos de once varas.
- Endenante. Antes, hace un momento.
- Engallaura. Dícesele al acto sexual del gallo con la gallina. Por considerar éste un tema algo profundo para nosotros, no hacemos ningún comentario. Por ello le dejamos a otras más doctas plumas para que puedan , como es lógico, ir directamente al grano.
- Engarfiarse. Engancharse o agarrarse con demasiado afán. Por ejemplo, lo que se ve en las parejas de novios de hoy, que se quieren “más que la má”.
- Engollipao. Cuando se come demasiado ligero, es natural que se nos atragante la comida y no pase ni para adentro ni para afuera. Esto de engolliparse suele pasar mucho cuando se comen “revoltillos” o membrillos muy verdes.
- Encoruñao. Dícesele a lo que está encogido, contraído o arrugado por el frío. Por ejemplo a la vejez se engoruña la cara de una persona y, naturalmente, otras coss de cuyo nombre no quiero acordarme.
- Enguachinao. Cuando nos cae un gran aguaje encima y nos mojamos demasiado (sobre todo los pies) solemos decir: “¡Vengo enguachinao!” En otro sentido, cuando bebemos en demasía (y no precisamente agua), también nos “enguachinamos”. Esto suele pasar por Carnaval, Feria o el Día de la Ascensión, que es cuando más nos da por “trabajá el cristal”.
- Entanganillao. Se dice de algo que no se encuentra en su postura correcta; que está daleado o tuerto. Por ejemplo, cuando se juega a los dados y en el lanzamiento éste no cae asentado, se dice que ha caído entanganillao y por tanto hay que repetir el lanzamiento.
- Entripao. Coraje que entra por no haberse conseguido lo que uno se ha propuesto.
- Enzapatá. Guiso de habas. Tapa muy típica en las tabernas de Valverde. Suena simpático (dirigiéndose a la que regenta la taberna) eso de: “Isidora, tráete media con «jaba»”.
- Enzotao. Dícese cuando uno se encuentra a gusto en cualquier sitio sin más ganas que de estar tranquilo y sin preocupación alguna. Algo así como “adormilao” sentado en la “copa” pero sin copas, que es lo malo, según dice un amigo que yo tengo.
- Escachimondao. Recién lavado, muy limpio.
- Escancha. De escancharse, sentarse encima con las piernas abiertas como al montar a caballo. Figuradamente, si alguien “se escancha encima de uno” no te deja ni coscarte ni respirar siquiera, se acaba perdiendo hasta la personalidad. Ej.: “A mi encima no se me escancha ni mi mujer”
- Escanchá. Cuando uno va muy aprisa y dando unos pasos muy largos, se dice que va dando “escanchás”. También se suele decir que está muy “escanchá” la mujer que al sentarse está muy abierta de piernas.
- Escanciar. Cuando hemos terminado algo que nos traía preocupados solemos decir “ya escancié”. Muy usual todavía “escanciar” es echar la comida en el plato, esas “pucheras” con tocino de “papá” y morcillas negras como garroteras de paraguas.
- Escarranchao. Quiere decir abiero de piernas hasta el máximo, tan abierto como cuando miramos el reloj de la torre y tiene las tres menos cuarto.
- Eschapetao. Persona que no está normal de la cabeza; que no razona. Los intelectuales le llaman paranoico o algo así, pero nosotros solemos decir que la azotea la tiene “joía” o que tiene los cables cambiados.
- Escolumniar. Meterse en todas partes por curiosear y preguntar para sonsacar, interese o no la cosa que vamos rebuscando.
- Escurcar. Rebuscar, registrar por los cajones o similares. Cuando uno está mirando por todos los sitios y preguntándose ¿dónde coño habrá puesto esta mujer la cartera...? es propio que aparezca la “parienta” y pregunte: “Qué estás escurcando tú ahí?.
- Escurrajas. Se le llama al sobrante de los alimentos o bebidas. Por ejemplo lo que queda cuando uno llega tarde a casa y ya han comido los demás. Esto suele pasar a menudo, sobre todo si de carne asada se tratara.
- Esgancio. Cuando uno viene muy deseoso y con ganas de algo –sobre todo con mucha hambre- se le suele decir: ¡Anda, que vienes hoy como “esgancío”.
- Esguarnío. Cansado, agotado por algún trabajo que se ha hecho muy deprisa con la idea de sacar más producto. Por ejemplo, después de haber echado “el cuarto”, sabiendo de antemano que no te lo van a pagar con ese 25 por ciento de aumento que... dicen que existe.
- Esmanchao. Roto, descompuesto, estropeado.
- Esmenugar. Deshacer entre los dedos en migajas un poco de pan, jamón, bacalao y alguna que otra cosilla, y cuando está bien “esmenugao” se echa a la sartén y salen “Las pavías del Recreo”.
- Espapuchao. Dícese cuando la comida se ha pasado de cocción, o sea, que se han desecho mucho los garbanzos del guiso o del pisto de arroz. Entonces solemos decir a la de la cocina: “¡Anda, castaña, que está el arroz como «pa» pegá una cometa!”
- Esparramar. Dícese cuando se abren puertas de par en par, o sea, al máximo, sea por mal genio o para que se ventile la casa, lo cual es un aperturismo completo; nada de tapujos.
- Espeloato. Dícese de la persona a la que, recién aseada, se le ve sonrosada y con aspecto saludable por lo limpia. Ahora bien; en Valverde el que se “espelota” es porque “puede”, pues con el precio que le han puesto al agua corriente, a nosotros no nos parece tan corriente; nos parece de “MARCA”.
- Espercuir. Algo así como echar a la gente a la calle para quedarse tranquilo o irse uno mismo cuando la cosa no interesa. Por ejemplo, decirle a una mujer: “Anda niña, llévate a los chiquillos pa casa, que ya mismo estoy yo allí. El resultado de “espercuir” a ella, dos pucheros más en “El Cuquillo”.
- Esteca. Trozo de madera o caña con el que se dan pegamento las aparadoras para dobladillar los cantos de los cortes y los zapateros para perfilar el cerco.
- Estericao. Cuando uno está tendido a todo lo largo que es.
- Estrichi. Especie de lezna con la que los zapateros cosen el corte con el cerco y la planta. , es decir, empalmillar el zapato. A la persona que está muy delgada se le suele decir que está como un estrichi.
F
- Faroto. Hombre delgado que está como un “estrichi”. Puede ser por su constitución física o porque no se alimenta bien. Considerando esto último, en el año de la “jambre” (año 40) podíamos ver faroto hasta el lucero del alba.
- Fili - fili. Dícese cuando la camisa o pantalón están viejos o muy gastados (sobre todo el pantalón); decimos a la “parienta”: “Esto está fili-fili...”. En fin, que hay que echarles unas culaperas.
- Fulandraca. Palo que se usa para volver las tripas en la matanza del cerdo. En otro sentido, también se denominan así a las mujeres de “mala vida” o, como se decía antes, “las mujeres que fuman”; es decir, “pelagartas”.
- Furri. Dícese de algo que sirve poco, que no tiene importancia o que está muy viejo y estropeado.
G
- Galipa. Para nosotros quiere decir hambre
- Gañafote. Especie de saltamontes (que nada se asemeja al tan traído y llevado Kun-Fú) que los chiquillos tratábamos de cazar con mucho cuidado y que cuando íbamos a llegar a él, daba otro salto y se escapaba, dejándonos ese corajillo propio de la edad.
- Gaspachero. Dícese de la persona vulgar a la que, cuando hace algo chabacano, acostumbramos a decirle... ¡No me seas gaspachero!".
- Gatinar. Trepar por un árbol. Lo hacen mucho los niños cuando arriba han visto algo confuso, pero que ellos están seguros (por lo que ven desde abajo) que se trata de un «nío de picachos».
- Golosón. Viene de goloso, pero nosotros lo decimos de aquel que (por encima de las gafas) mira a una joven y piensa: ¡Ay, quién tuviera veinte años...!
- Guipar. Ver cualquier cosa o acto con gran disimulo, o sea, sin ser visto (que es lo bueno), pues cuando a uno lo ven no es lo mismo, no resulta tan bueno.
- Gurrumía. Pesimista, pobre de espíritu.
I
- Incordio. Decimos al niño demasiado sabijondo que razona con cierto orgullo a tan corta edad, haciéndonos con ello exclamar: ¡Qué incordio de niño éste!
J
- Jangá. Se dice de la frase que no tiene sentido o algo sin ton ni son y también suele decirse del niño de tres o cuatro años que razona demasiado bien a tan corta edad. Ej.: «Mira que jangáde niño».
- Jarmaura. Castigo o paliza que se da al niño demasiado travieso y también a los mete-patas
- Jarón. Tío perro, vago.
- Jarvegá. Darle cal a las paredes.
- Jaspar. Entre niños, cuando a uno, después de jugar a los bolinches, se los han ganado todos, suele decir: "Esta vez me han jaspao, no me han dejao ni el de piedra"
- Jataca. Cuchara de madera para comer, que suelen usar los pastores, con cuyo cabo majan el Gazpacho. Esta palabra tiene otra acepción que suele emplearse cuando uno es demasiado potoco y no se entera. Entonces se le dice: "¡A que voy a tener que coger la jataca pa´que se te meta entre ceja y ceja, verdón!"
- Jerre - jerre. Deformación de "erre que erre". Se emplea cuando uno no puede hacer lo que otro se empeña en que hagamos. Cuando está siempre repitiéndonos lo mismo, o sea, con ese jerre que jerre
- Jerrete. Aguijón de la avispa, este insecto que acude a zonas húmedas como pozos o fuentes. En tiempos había la creencia entre los chiquillos de que las que tenían los ojos azules no picaban y sí las que los tenían negros.
- Jhillo. Hombre de campo que sólo viene al pueblo de higos a brevas.
- Jibiao. Cuando vemos grandes cantidades de cosas juntas, sean cuales fueren (muy en particular una recarquina de personas), solemos decir: "Aquello estaba jibiaode gente"
- Jirivilla. De la persona que hace las cosas con inteligencia, destreza, rapidez, coraje y disposiciones, solemos decir: "¡Qué jirivillatiene!"
L
- La. Herida producida por un golpe u objeto cortante lo que nos ocurre a mayores y pequeños.
- La vaca. Exclamación del maestro zapatero cuando se le encaja un delegado.
- Liria. Masa pegajosa que se usa en la chaparra para cazar pajarillos.
M
- Macetear. Martillear la suela una vez mojada. En las zapaterías de Valverde se le dice macheteado al día no recuperable.
- Maculillos. Castigo que entre los niños suele darse al que en el juego queda el último y que consiste en cogerlo entre dos; uno por las manos y otro por los pies y darle contra la pared en esa parte del cuerpo que los médicos llaman región glútea
- Manconnao. Acostado o sentado con incomodidad, de tan mala postura que al levantarse está dolorido. También cuando vemos venir a uno con tortícolis, solemos decir: "Mira, ese viene un poco manconnao"
- Mangar. En caló, argarabá. En castellano, enajenar, sustraer, robar, comprar por kilos los garbanzos secos y venderlos arremojaos, no declarar a Hacienda el Impuesto sobre la Renta.
- Mano, El. El que tiene opción a ser primero en una cosa.
- Marajaba. Persona de muy poquita cosa.
- Mascá. Tontería; sin sentido.
- Mascón. Guasón, que está siempre de bromas.
- Matifora. Donde está el vino cuando se está de juerga entre amigos.
- Mergar. Correr a gran velocidad por deporte o necesidad.
- Mi menda. Respuesta que suele dar, con cierto orgullo, aquel al que se le pregunta ¿quién ha hecho esto?
- Mindoño. Se le dice a quien come porque al parecer no tiene apetito. En otro sentido, cuando nos estamos tomando un puchero e invitamos al amigo a que tome otro y a éste no le apetece, solemos decirle: "tómate otro... no me seas mindoño"
- Muelles, Las. Especie de tenazas con la que suelen cogerse las brasas de una una hoguera para pasarlas a otro lugar. También se usan cuando la «badila» no aparece para mover la «copa» y cuando ésta tampoco se encuentra, entonces de todos es sabido que metemos el tacón del zapato hasta los topes.
N
- Ni fronza. Palabra que suele emplearse cuando de cualquier cosa no ha quedado absolutamente nada, ni pizca, o sea, arraspaterrón, es decir, no quedó ni fronza, se lo llevaron todo.
- No coscarse. Quedarse quieto, inmóvil, impasible
Ñ
- Ña - ña. Exclamación que indica desconfianza.
P
- Pajjero. Inquieto, travieso, juguetón.
- Paniega. Antiguamente cuando se iba a dar la visita a la novia, se solía decir: "Voy a ver la paniega"
- Paponazo. Que tiene muchas “castañas”.
- Paporrita. Se dice cuando se duerme mucho y muy a gusto.
- Pastueño. Hombre tranquilo, parsimonioso, sentencioso, sosegado, sin ninguna prisa y con mucha pausa (al revés de los ministros); que no se altera por nada, de esos que dicen suai-suai que yo prefiero llegar tarde a no llegar y claro, lo que pasa que pierde ficha todos los días.
- Paticazo o parpajazo. Caída o porrazo aparatoso. Cuando llueve son muy frecuentes.
- Pavo. Poco activo, lento, papón, paponazo.
- Pecullón. Palabra que suele decirse cuando tenemos noticias de que alguien en una herencia ha salido bien parado y también cuando alguno acierta «los 14» solemos emplear la expresión: «fulano ha cogido un buen pecullón en la quinielas».
- Pejiguera. Dícesele al que está acostumbrado a que se le escuche todo lo que él quiera y que por ello se hace demasiado pesado sin dejar de relatar y dar la lata. Suele ocurrir cuando el tal se ha “clavao” tres o cuatro “medias con jaba”.
- Pelagarta. Mujer de reputación dudosa. En otros lugares le llaman zorra. Nosotros creemos que la definición más exacta serían “las cuatro letras”, pero...
- Penene. Se dice cuando se está pendiente de algo con gran impaciencia, como por ejemplo en Valverde esperar a que la telefonista, cuando queremos hacer una llamada, nos pregunte: “¿Número?”. Claro que en casi todas las ocasiones cuando se nos hace esta pregunta por la operadora, ya se nos ha olvidado el número con el que intentábamos establecer comunicación, y nunca mejor dicho que hemos estado “penene” no poco rato.
- Pepiná. Se dice cuando llueve mucho. “¡Está cayendo una pepiná!”
- Perplejía. Borrachera grande de esas que por muy buena que sea, la que está en casa (la mujer de uno) siempre ha de ponerle falta.
- Piché. Botijo. Recipiente de arcilla para tener el agua fresquita.
- Pijilla. Bolinche pequeño.
- Pimpa. Presumido.
- Pincanilla. Podríamos llamarle ejercicio físico y juego de los niños de unos ocho años en adelante y que consiste en colocar las manos en el suelo con los brazos rectos junto a una pared, echar el cuerpo hacia arriba invirtiéndolo y apoyar las plantas de los pies en dicha pared. En fin, si la pared del Bazar y la del Valenciano (de otros tiempos desde luego) hablaran, darían una definición más exacta de la “pincanilla”.
- Pingueando. Suele emplearse cuando por cualquier circunstancia nos ha cogido una tormenta al aire libre y nos hemos mojado demasiado. Nada mejor dicho entonces que eso de... y viene “pingueando”.
- Pirriaque. Vino, aguardiente o cualquier otra clase de bebida que nos guste. “Lo que le gusta a fulano el pirriaque”.
- Pirrichis. Aditamento facial para la mujer
- Pitera. Canutillo que sale del tallo de una mata de cebada y que estripándole la punta y soplando por ella conseguimos un pitido fuerte y estridente.
- Platillos. No nos referimos a los volantes, sino a las tapaderas de las antiguas maquinillas del café que las empleábamos tocándolas acompañando canciones para pasar un rato de diversión.
- Pota, El. El que ha quedado el último en algo.
- Prajo. Se le dice a un cigarro. Cuando dos amigos después de haber hecho un trabajo delicado se sienten satisfechos al terminarlo, suelen decir: “¡Vamos a echar un prajo, coño!.
- Protoco. Hombre bruto, tosco y más cerrado que una piña. De esos a los que tú le dices que rusos y americanos han ido a la luna y te contestan: “Ña-ña... de los «tejaos» parriba... leche cutulía”. La palabra “cutulía” dentro del gremio de la “esteca” y el “estrichi”, significa mentira.
- Pucha. Especie de pintura que se hace con tierra semiamarillenta (color cuarto de cocina de las de antes) y que antiguamente se echaba cuando aún no existía eso que hoy llaman terrazo para pavimentación del suelo.
- Puchero. Aguardiente mezclado con agua. No está mal tomarse un par de ellos antes de almorzar, dicen que da ganas de comer.
- Puñemero. Mini-gamberro.
R
- Razú. Regaliz.
- Reate. El más gracioso y simpático de la pandilla.
- Rebanera. Quitar lo que sobra de alguna cosa, o sea desbastarla para dejarla lo más nivelada posible. Como ejemplo ponemos esas maquinillas que “rebanean” los callos y los dejan de “lujo”. Nos referimos a los de los pies, ya que hay “callos” que no hay quien los “rebanee”.
- Rebujina. Mucha gente junta y apelotonada e inquieta. Por ejemplo, en la Diana de Feria.
- Recarquina. Rebujina, pero con la gente más quieta y apretada.
- Recocá. Similar a bartelá y ruflá, gran cantidad de cosas.
- Recuerta. El dinerillo que ahorran los pequeños durante todo el año para poder montarse en Feria en los caballitos.
- Refle. Del inglés y mal pronunciado que significa árbitro de fútbol.
- Regorbiura. A la vuelta de la esquina.
- Regraciosa. Muy simpática, muy bonita y con mucha gracia.
- Relingajos. Se dice a las prendas en mal estado. Esto se ve mucho en las modernas prendas de vestir de los jóvenes que se ponen de todo, o sea, prendas con muchos flecos que a veces ellos mismos se los hacen, sobre todo en los perniles de los pantalones. También le llamamos relingajos a esas servilletas que nos ponen cuando llevamos quince o veinte años de casados, a la manga de un camisón en desuso, a un sostén viejo de la”parienta”. En esto último nos referimos a los años treinta, porque ya tenemos de todo en abundancia, pues como ahora se pagan las cosas a “poquitapoco”.
- Remajero. Dícese de la persona que no le gusta trabajar (como a cualquiera); es decir, que trata por todos los medios hacerse “el longui” para que lo hagan los demás mientras él se lo pasa a la “paporrita”, o sea, se hace el “remajero”.
- Remolón. Dícese del que tiene pocas ganas de meter el cuello. “Se hace el remolón”.
- Rempujar. Acción de empujar. Se usa en la célebre sevillana de: “Alonso, Alonso, mira que te arrempujo y te tiro al pozo”.
- Restallo. Trenza que suele hacerse con la juncia el día del Hábeas.
- Rimbamba. Dícese de la cosa muy antigua. “Tal cosa es del año rimbamba”.
- Rosquetero. Pilluelo sin malicia; travieso.
- Ruflá. Bartelá o ruflá.
S
- Sabanita. Dícesele al que es algo afeminado, delicado, cursi o muy comedido en todos sus actos; en fin, de esos que les gusta todavía jugar a las “comadres”.
- Salivilla, La. Predisposición a la pelea. Es decir, cuando dos chavales quieren llevar la razón y no hay posible acuerdo, el más apuesto echa dos “salivillas” en el suelo, y el primero que las pise ya sabe que es el que tiene que “meter manos”. Por ejemplo: Lo que debía de echarse entre un Maestro de Obras y un Concejal de l Ayuntamiento.
- Sargentona. Dícese de la mujer de aspecto serio, gruñona, de mal genio y con carácter autoritario... en fin, de esas que por menos de na te sacan la tarjeta blanca.
- Soñapá. "Dejarse caer" en la cama después de almorzar, no para dormir una siesta sino un ratillo corto. A esto llamamos aquí una “soñapá”, o sea, “escabezá el sueño”.
T
- Teces. Especie de mesa de tierra blanca que se guarda de un “jarviego” para otro, quedando en un recipiente que en Valverde le llamamos “olla de las teces”.
- Tejemaneje. Cuando uno está metido en negocios que a la vista parecen dudosos, la gente se suele preguntar: “¿Qué tejemaneje se trae éste entre manos?”.
- Tenguerengue. Se dice de una cosa que no está muy afianzada.
- Toripondo. Que no tiene la cabeza muy buena.
- Torta. Se dice que tiene la “torta” la persona de avanzada edad que ya va chocheando y cuando ya se es abuelo y se le dicen esas cositas a los nietos como “pichichi” o “currimandini”.
- Torvizquero. Hombre “inocentón”, o mejor dicho, de poco alcance intelectual, que se las quiere saber todas, menos las que nos sabemos los demás, y por eso solemos decirle: “¡¡Verdón!!, que eres un torvizquero”.
- Tranfullero. Dícese del que en cualquier juego va siempre con la intención de engañar a los demás, es decir, haciendo trampas con la idea de salir airoso de lo que se propone. Pero claro casi siempre se equivoca ya que, según dicen, las medias verdades son las peores mentiras.
- Tras, El. El que ocupa el segundo lugar en algo.
- Trechón. Tirar de cualquier cosa con demasiado coraje sin pensar en el daño que podemos causar con tal acción. Esto es muy propio en las peleas de mujeres, ya que se agarran al moño (antiguo) o cola de caballo (hoy) y ¡Oiga... que algunas se quedan calvas!.
- Trompicuesco, Al. Hacer las cosas a “la pata la llana”, es decir, mal hechas sin el mínimo escrúpulo, embrollados, etc. En fin, pongamos por ejemplo el caso Olímpica Valverdeña-Federaciones Andaluza y Nacional de Fútbol. ¿Está claro?.
V
- Verdeguea. Decímosle a todo lo que se asemeja al color verde. Como por ejemplo (en nuestro lenguaje), revistas de mujeres “empelas” o películas en que se ven actos eróticos. Sobre esto nos han dicho de la película “El último tango en París” que “verdeguea” un poquillo, pero poca cosa.
- Verdón. Pájaro de reclamo cuyo verdadero nombre es verderón. Verdón puede aplicarse a muchos y muchas cosas. Al inocentón suele decírsele: ¡Que verdón eres”!
- Vilorio. Especie de tontorrón.
- Volchi'. Cigarrillo que antiguamente venía en paquete o “liaíllo” que traían a veces hasta más de veinte y valía una “gorda” de las de antes del Movimiento. Suponemos que “volchi” viene por aquello de Bolchevique, porque desde luego los cigarrillos eran fortísimos.
Z
- Zambombo. Abrutado, torpe. Sencillamente un “zambombo” es aquel que se deja ahorcar el seis doble...
- Zambullo. Hombre de inteligencia embotada que se mantiene en sus treces pase lo que pase.
- Zampao. Cuando uno se mete en sitios donde no lo han llamado (por ejemplo en un bautizo sin estar invitado), lo natural es que estorbe. De éste solemos decir: “El tío estaba allí zampao y no había quién lo coscarse”.
- Zanguilochón. Hombre de mucha estatura, grueso, “desgalvao” y de andares más bien “pastueños”.
- Zocolar. Arreglarse un poco el pelo; es decir, recortarse esas puntitas que se nos rizan en patillas y cuello. A unos por moda y otros por descuido. En estos tiempos si los barberos tuvieran que “zocolar” todo lo que se ve por ahí, seguramente que no se tendrían que ir al forestal.
- Zolllinao. Escobón con el palo muy largo que sirve para quitar las “telarañas” del techo, para cuya faena se ponen las mujeres un paño en la cabeza para evitar les caiga suciedad sobre el cabello. En estos tiempos modernos, las jóvenes se atan el pañuelo porque es moda, pero a nosotros, más que moda nos parece que van a “zolliná el doblao”.
- Zorrococlo. Se dice del que se sienta al solecito, como el que no quiere la cosa, buscando o esperando las más mauras.
- Zurmanta. Fuerte paliza, “carda” o “jarmaura” (como ustedes quieran) que se da a quien mete la pata, dicho sea de paso, hasta el corbejón. Esta palabra tiene otra acepción que se aplica al hombre cuando se toma doce o catorce (más es una tontería) de esa bebida que vende “El cuquillo”, que cuando se le echa agua se pone blanca.
- Zurramanco. Suele decirse de aquel que se franquea y parece darlo todo, con la idea de sacar el doble, pero que no se aclara; o sea, lo que se dice un verdadero zorrito.
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