Feliciano Bando

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(Peluquero) (descripción del propio artista)

Feliciano Bando Bando mayo 2008

Feliciano barbero.jpg


Lugar de nacimiento: Rociana del Condado, el 26 de noviembre de 1932, sábado a la 21 horas.

Profesión: Ejercí de Peluquero de caballero durante 58 años.

Estudios: Algunos años en le Escuela Pública. Aprendizaje escaso. Autodidacta de las siguientes disciplinas:

  • Arquitectura: He hecho proyectos, y realizado algunos por ejemplo, casas en la calle Amargura, Numancia, Almonte y Nueva. Retablos públicos en calle Carril de los Moriscos y exteriores de la Iglesia parroquial de San Bartolomé de Rociana
  • Literatura: Artículos varios en periódicos y revistas, prólogos aun libro de poemas de Juan A. Raimundo, titulado “Volar de Cometa”, otro a un libro de Antonio Ramírez Almanza, titulado “Memoria histórica de la Hermanad de San Bartolomé en la Rociana del Siglo XVIII”. Pregón de la Semana Santa de Rociana del año 1993. Presentaciones de libros, de charlistas, de pregonero y otras actividades semejantes. Locutor de Radio durante varios años.
  • Literatura Poética: Obras inéditas; obras publicadas por la Fundación Odón Betanzos Palacios, Obras publicadas por el Ayuntamiento de Rociana del Condado. Letrillas para ser cantadas, himnos religiosos.
  • Pintura: Obras al óleo sobre lienzo, pintura decorativa en macetones.
  • Bordados: De realee, sistema de aplicación, en sayas, mantos y otros para vestir imágenes religiosas.

He participado en varias exposiciones colectivas.


Descanse en Paz

Adiós amigo Feliciano (8/5/2008) Odiel Información

Me entró su muerte como el sol aplastante que caía sobre la plaza aquella mañana de mayo y cruces. Contuve la palabra para dentro, mientras sentía una mano invisible que me invitaba, otro año más, a ver el colorido de la procesión desde la puerta de su casa de la calle Amargura. Feliciano Bando era el amigo, el barbero, el pintor, el poeta que nunca se movió de su sitio. Atado o nacido para su pueblo, siempre encontró en los refugios largos del tiempo, metidos entre su zaguán y su corral, el paso constante de las estaciones.

Le tuvo las cosechas de la vida mirando la transparencia de sus deidades más cercanas. Tocaba la palabra al son de las tijeras, mientras sus dedos orlaban simpecados con hilos de plata, lienzos de colores casi intocables, poemas floreados de vírgenes y patronas, cual ermitaño, guardián y celador del paso silencioso de las viejas tradiciones de su pueblo. Sus emociones eran de ritmo lento y paulatino, sincronizadas por el martilleo sonoro de las campanas de la parroquial de san Bartolomé.

"El mirón de la calle" como supo autocalificarse, impregnó sus enormes ojos en la sensación de lo cotidiano y la temporalidad inevitable medida por la regularidad de los oficios y pautas religiosas que lo formaban. Supo del adorno de los pasos, el color de los mantos, la liturgia de la costumbre, el hábito preciso de las observancias, críticas y consejos. Me cuesta, al pasar por su calle, pensar en la ausencia definitiva. No dudo que la memoria lo revivirá durante mucho tiempo con sólo ver las estelas de luz a cualquier hora de un día en Rociana, y espero que sus gentes lo evoquen, aunque sólo sea para remembranza de los no olvidados. Ahora sé que hay seres que no necesitan más espacios para vivir y morir en paz que aquel donde nacieron.

Descanse en Paz, Feliciano Bando (1/5/2008) [1]

Desgraciadamente tenemos que volver a informar del fallecimiento de un querido miembro de nuestra Hermandad. En la tarde de ayer nos dejaba Feliciano Bando Bando, quien ha pertenecido a nuestra Junta de Gobierno en las últimas décadas, desempeñando diferentes cargos y de la que actualmente era Vocal de Culto y Espiritualidad.

Feliciano Bando, no solo ha servido a la Hermandad Sacramental desde su puesto en la Junta, sino que además, dadas sus dotes artísticas, ha diseñado y realizado diversos enseres que han enriquecido el patrimonio de la Cofradía, como por ejemplo, la gloria del techo de palio de María Santísima de los Dolores, la cual mostramos en la imagen.

También destacó en su labor, durante varias ediciones, como mantenedor del acto y como presentador del pregonero, puesto que el mismo ocupó en la Cuaresma de 1993. Además, era un colaborador habitual del boletín informativo de nuestra Hermandad "Nazareno y Dolores", en el que daba muestras de un gran conocimiento de su historia y características propias de la misma.

De formación autodidacta, aparte de su dedicación a la Hermandad, hay que destacar su extensa obra pictórica y literaria, además de su participación como locutor y colaborador en diversos programas de Radio Rociana.

Desde la Junta de Gobierno de la Hermandad Sacramental, rogamos a nuestros hermanos una oración por su alma e informamos de que la misa de Corpore In Sepulto se celebrará a las cuatro de la tarde en la Parroquia de San Bartolomé. Descanse en paz.

Sacramental de Rociana

HERMANDAD SACRAMENTAL ROCIANA DEL CONDADO

La Amargura de su calle

Con la elegancia del mes de mayo, con el latir de la primavera, así llegó tu adiós... Bajo la mirada de Ella, a la que tanto le diste sin pedir nada a cambio, recibí la noticia de tu definitiva despedida. Empapado de Cruz de Mayo y celebrando doce lustros. Conmemoración que concebí fría y gris como esa última tarde del “abril, aguas mil”. Y te fuiste casi sin hacer ruido. Hombre del saber rocianero, de humor fino y certero. El barbero, el pintor, el escritor, el beato y el rocianero de pro. Cuantos ratos de charlas, cuanto me enseñó tus palabras. Aunque quizás no lo creas, dejas un hueco irreemplazable. Tu voz de opinión clara delante del micrófono se apagó, pero ahora más que nunca, desde mi humilde paraje, alzaré y mostraré todo lo que guardabas. Quise que tus intervenciones en la radio fueran improvisadas, porque a la larga, era la forma más explícita de mostrar lo que sabías. Socorro y Dolores te alentaron en esos últimos días de fatigas, pero ahora estás con Ellas dentro del terreno celestial que tu fe derramaba. Héroe tertulias. Dejas un vacío en la Amargura de tu calle. Desde ese ventanal barroco donde la luz de la tarde te servía de guía para perderte entre páginas y escritos de monarquías y abecés. Donde partían tus palabras escritas para alguna revista de feria o publicación local. Gracias amigo porque de ti aprendí a amar a mi pueblo sin mirar al ombligo. Gracias Feliciano por confiar en mí.

31 de mayo de 2008 Manolo Miguel Locutor de RR Radio Rociana

01.06.08 - 08:21

El Ayuntamiento crea una comisión para organizar los actos en honor a Feliciano Bando. La propuesta tuvo el respaldo del pleno del pasado día 29.

El Alcalde de Rociana llevó una iniciativa a pleno del pasado día 29 de mayo para crear una comisión para la organización de actos en recuerdo de D. Feliciano Bando.

Amaro Huelva ha relatado que "hace unos días nos ha acontecido la triste noticia del fallecimiento del Rocianero D. Feliciano Bando y que éste ha sido colaborador activo de la vida rocianera en sus múltiples facetas, destacando sobre todo la vida artí­stico-cultural, religiosa y de comunicación. No en vano, sus trabajos y colaboraciones más destacadas las ha dejado en el mundo religioso con la Hermandad Sacramental, en el mundo poético con su colaboración con la Fundación Odón Betanzos, y en el mundo de la comunicación con su colaboración en Radio Rociana."

Así la comisión aprobada por el pleno la compondrán los distintos portavoces de los grupos políticos municipales o personas en quien éstos deleguen, el técnico de cultura del Ayuntamiento de Rociana, un representante de la Hermandad Sacramental, un representante de la Fundación Odón Betanzos Palacios, y otro representante de Radio Rociana.

Además los corporativos aprobaron la comunicación de la creación de esta comisión a los familiares por si estos querían incorporar a alguien en la organización de los actos.

[2] (Entrevista realizado por Carlos López el 02 de octubre de 2001)

“EL ARTE ES MI PASIÓN”

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Feliciano Bando es una de las personas más comprometidas con la cultura y el arte. A este Rocianero, su afán por la literatura lo han convertido en un devora libros y un escritor con la lírica por bandera. No obstante, Bando tiene un alma inquieta que lo impulsa a e interesarse por todas las ramificaciones en las que se manifiesta el arte. Fruto pasión ha diseñado proyectos arquitectónicos como fachada de casas, ha escrito libros y dado vida a multitud de cuadros. De esta manera, este veterano colaborador de la revista de Feria ha sido el impulsor de la Revista Poética La Solera, que patrocina la Fundación Odón Betanzos y en la que el colabora con sus dibujos y poemas.

Bando es, además, un sabio conocedor de la cultura y raigambres de su pueblo y un experto culinario. Es por tanto un personaje difícil de encasillar, un bohemio con mayúsculas que, a pesar de su edad, aun no ha terminado de elegir un rumbo artístico, quizás por que este hombre adora todas las vertientes del arte, tanto, como para no ser fiel a una sola de ellas.

¿Se siente usted más pintor que poeta? Yo me siento a gusto realizando cualquier tarea artística, supongo que eso es algo congénito que se lleva en la sangre y conforme se va desarrollando la personalidad esta se va acrecentando más y más. Es algo que nace con el crío desde que va realizando los primeros garabatos y que va orientando y puliendo conforme va creciendo.

Centrándonos en la pintura. ¿Ha expuesto alguna vez sus obras? Si, pero nunca en solitario, siempre conjuntamente con otros artistas.

¿Ha pensado alguna vez en dedicarse a esta faceta profesionalmente? Yo he vendido en muchas ocasiones mis cuadros. No obstante, para mí la pintura es una válvula de escape para canalizar los malos momentos. Yo me gano la vida con mi profesión de barbero.

¿Por qué tantas dificultades para que los artistas puedan vivir de su arte? Creo que en las iniciativas artísticas debe de haber más ayuda por parte de las instituciones municipales y estatales. Sin embargo, aquí no hay ninguna. Desde mi opinión esto se podría impulsar con becas y medidas que impulsen la cultura como un trabajo más. Recuerdo que antiguamente se hacían exposiciones y se otorgaban premios a los autores locales, pero lamentablemente esto hoy en día ha desaparecido.

Hablando ahora de literatura. ¿Qué ha significado para usted la revista La Solera? Pues fue una iniciativa mía en comprometer a los responsables de la Fundación Odón Betanzos para hacer algo en favor de los mayores, ya que nadie se preocupa de impulsar su talento. En esta revista se recoge las firmas de personas mayores que la gente desconoce que son capaces de realizar trabajos poéticos y con este medio demuestran esas cualidades que no han podido, hasta ahora, darlas a conocer.

¿Cuando podré tener entre mis manos la próxima entrega de la revista? Pues posiblemente para el año que viene, más concretamente para el invierno. En ella se incorporará nuevas firmas para enriquecer la publicación.

¿Veremos algún día publicadas algunas de las obras que usted tiene escritas? Hombre ese sería mi deseo. Actualmente tengo escrito una obra poética y algunos cuentos cortos.


El PERFIL.


Edad: 68 años.


Profesión: Peluquero.


Aficiones: La Radio, la arquitectura.


Lecturas: La literatura de creación, la poesía , la historia......


Un paraíso para vivir: Rociana.


Una comida: Tostada con Sardina y Vino el Gamo.

Feliciano Bando

Al cumplirse el primer mes del fallecimiento del gran rocianero Feliciano Bando Bando, he querido hacer una especie de homenaje o reconocimiento desde este humilde blog, para conocer algo más de la figura de este gran personaje que recientemente nos ha dejado.

Peluquero de profesión durante 58 años, nació en la calle Amargura el 26 de noviembre de 1932. Autodidacta de artes tan variados como la pintura, literatura, bordado, arquitectura o la comunicación. Gran conocedor de la historia, costumbres y tradiciones de su pueblo; nos supo trasmitir ,y ahí me incluyo yo, el amor por su pueblo y su generosidad al compartir su saber a través de las ondas de Radio Rociana. Muchos de los datos que aporto en este blog, son oídas de su persona a través de este medio.

En comunicación, a parte de locutor de Radio Rociana en la que nos deleitaba con temas muy variados de interés general, participaba con artículos en revistas locales como la de Nazareno y Dolores o Socorro Coronada, fue pregonero de Semana Santa en 1993 y presentador de éstos. Escribió prólogos de libros como el de “Memoria histórica de la Hermanad de San Bartolomé en la Rociana del Siglo XVIII” de Antonio Ramírez y colaborador con poemas en las publicaciones de la Fundación Odón Betanzos.

En pintura, realizó obras al óleo sobre lienzo, de tema popular y religioso, pintura decorativa en macetones y realizó la gloria para el paso de la Virgen de los Dolores

En arquitectura ha diseñado fachadas como esta de la calle Almonte, ha realizado retablos como los de la Virgen del Socorro en el Carril o los situados en la parroquia

En el arte del bordado, destaca dos sayas de la Virgen de los Dolores, una de ella en raso de color marfil y bordado en aplicaciones de oro, donada por él en 1997 y otra de tisú azul turquesa con bordados en aplicaciones de plata realizada en 2005. También confeccionó una saya y un manto azul marino con aplicaciones en plata, para la Virgen del Socorro y diversos mantos y sayas para la Imagén de Gloria que poseía.

En cuanto a la participación en hermandades, fue miembro activo como Vocal de Culto y Espiritualidad en la Hdad. Sacramental quien junto con otros miembros impulsó hasta lo que es hoy esta hermandad. Muy importante fue también su participación en la junta de la Virgen del Socorro, que además de colaborador, fue el autentico impulsor del Patronazgo Canónico de la Virgen sobre Rociana en 1966 y diseñó el escudo y primitivo simpecado de la hermandad. Además escribió un himno y una Salve que anualmente es cantada por el coro parroquial.

Salve a Ntra. Sra. del Socorro

Cuadro de Feliciano.jpg

Salve Madre del Socorro,

Estrella mañanera y lucero de la tarde,

Salve, Salve, Salve.


Madre del Salvador,

Reina de Rociana,

De nuestros campos la alegría,

Madreselva de la mañana.


Todo tuyo es Rociana,

Vela por el que te ama,

Madre de Dios del Socorro,

Que tu eres la esperanza.


Eres honra de nuestro pueblo,

Eres gozo en nuestras almas,

Riego gozoso del cielo

Y de estrellas coronada.

Salve Madre del Socorro,

Estrella mañanera y lucero de la tarde,

Salve, Salve, Salve


Publicado por "Callejuelo" Juan Hernández Muñoz

FELICIANO BANDO, EL ÚLTIMO BARBERO

Hace mucho tiempo que los barberos perdieron su vieja condición de escuchantes de su pueblo, pacientes receptores de las miserias y grandezas del lugar. Y ya han desaparecido hasta los barberos. A Rociana se le fue el último un mayo del siglo XXI, cuando las calles se limpiaban del frío invierno y la calidez del estío aparecía en las tardes con sombras alargadas. Los otros se fueron en un tiempo impreciso de mis recuerdos, algunos, difusos ya por el paso de los años y que sólo la memoria limpia de mi amigo Diego Cano me los trae a la evocación: de mi infancia, su padre José Luis El Cano, con su barbería de la esquina de la calle Calvario, donde siempre me gustaba tocar al pasar la cortina de palillos de madera, mientras su sombra, en el interior se reflejaba en el gran espejo de la pequeña estancia, como fiel heredero de su padres y tios barberos, Luis, Mariano y Braulio; Dieguito Seisdedos, en la esquina de la calle Hinojos, silencioso con su boina negra a quien nunca escuche hablar mirando al paso el misterio de su apodo, buscando entre sus manos su dedo de mas; el Niño Mercedes en la calle la Fuente, barbería en la que nunca entre y ahora lo retengo sólo sentado en una silla en la puerta de su casa con sus manos temblorosas; Antonio Corteza, serio con su sobrino José al lado; José Morón el Cabezón, pelo negro con su exquisita palabra de hombre bueno; y no recuerdo a José Sarceo en la calle Sevilla, ni a Botija al lado de la Iglesia, quien dice daba un vaso de vino después de un afeitado.

Pero la primera vez, de la que tengo constancia documental de mencionarse un barbero en Rociana, se remonta a la solicitud hecha en 1503 al Cabildo de Niebla por las escasas 13 monjas dominicas que poblaban el exiguo convento fundado por Pedro Martín Calvo con la advocación de María del Socorro. Decían en su carta que querían trasladarse a aquella ciudad porque este lugar de Rociana era pobre y no tenía ni barbero ni botica.

Y estos pequeños descubrimientos, de curioso jovencito aprendiz de investigador, se los contaba a mi recordado amigo Feliciano, lo cual era suficiente para que, las horas se prolongaran en una placida conversación, mientras su entusiasmo verbal aumentaba, sacando de su memoria todo aquello que sabía sobre su viejo y noble oficio de barbero. ¿Sabes Antonio?, me decía, hoy día hemos quedado reducidos a cortar el pelo, pero hubo un tiempo, a lo largo de todas las culturas, que esta labor de rapador fue notablemente distinguida. Ya ejercíamos, al lado de los reyes babilónicos, depilándoles el mentón con una mezcla de agua, azúcar cocido y limón, para colocarles luego una barba postiza, atributo de los dioses, que nosotros mismos le fabricábamos.

En la antigua Grecia nos organizábamos en gremios y cuidábamos las manos y los pies de las familias ricas. Y a los romanos les depilábamos las cejas con sangre de murciélago. Pero a partir del medioevo, como consecuencia de algunos edictos papales que prohibían a los monjes realizar las tareas de cirugía, sangrías o extracción de sangre, es cuando adquirimos un nuevo papel en la sociedad, y asumimos aquellos deberes quirúrgicos con nuestros afilados cuchillos y navajas, reservados a galenos y religiosos. Hasta Cervantes recurre para su magistral Don Quijote a la opinión de un barbero, hombre que profesionalmente se dedicaba a la aplicación de tratamientos médicos y quirúrgicos: sangrías, emplastos, ventosas, con el fin de resolver las dudas que tenía Don Quijote acerca de los diversos protagonistas de las obras de caballería, concediéndonos así a los barberos un conocimiento importante acerca de temas que sobrepasan nuestra estricta competencia sobre las enfermedades y el rasurado del pelo. Recuerda aquel capítulo donde el barbero es quien asesora al cura acerca del contenido de los libros que deben de salvarse de la hoguera.

En aquellos momentos pensaba que el tiempo quedaba casi detenido. En el espacio reducido de su barbería, casa fresca de la calle Amargura (nombre recuperado por la información que le transmitió a quien esto escribe), las luces cambiaban el tono de la habitación, hasta que alguien entraba y le decía: ¡Feliciano vengo a pelarme¡ No, será a que te pele yo!, le contestaba. Y con la parsimonia de un viejo ritual lo sentaba en uno de los sillones giratorios de hierro y cerámica blanca, mientras le colocaba un inmenso paño blanco o de cuadritos celestes o rojo, según fuese para pelar o para afeitar. Nunca le preguntaba que se iba a hacer, corte de pelo, afeitado, arreglo de barba o bigotes (estos últimos escasos por la moda imperante). Conocía perfectamente desde siempre el arreglo que necesitaba. Traspasaba entonces el zaguán de su casa con un tarro de aluminio hacia la cocina donde calentaba el agua para el rasurado de la coronilla o para el afeitado completo. Comenzaba luego una nueva conversación con los aportes informativos que traía el cliente. Siempre todo giraba en torno al mundo real de la Rociana de ayer y la de hoy. Los aconteceres de sus moradores, enfermedades, noviazgos, peleas, el precio de la uva, las últimas lluvias benefactoras o dañinas para el campo, la excentricidad de algún vecino, la malicia de otros, la bondad de muchos. Mientras el clic-clac de sus viejas tijeras aligeraba el pelambre del vecino la charla se iba y venía por los recovecos de la memoria, la añoranza de otros tiempos, el recuerdo de aquellos vecinos ya desaparecidos. Alguna vez, los mas jóvenes, le preguntaban porqué no modernizaba su barbería. Una mirada sin palabras era toda la respuesta. Bien sabíamos que a este obrero de las tijeras y la navaja, difícil le hubiera resultado sobrevivir en uno de esos modernos salones unisex, lugares colmados de sofisticados artilugios con tratamientos completos de lavados de pelo, cuerpo y cara.

Feliciano Bando sólo hacía uso, con su automatismo rutinario, de aquellos utensilios de su añeja barbería. Unos, heredados de su padre, otros, adquiridos por él mejorados por el paso del tiempo. Todo estaba en su sitio, como intocable desde hacía muchos años: la banqueta de madera revestida de tela floreada con encajes hasta el suelo, donde siempre se encontraba el ABC del día o la Hoja del Lunes; las navaja barberas con asa de hueso negra o con pasta cruda de carey; las maquinillas de pelar del 0, 1, 2 de la marca La Palmera; unas tijeras largas y otras estrechas de cortar, o las que se utilizaban para entresacar el pelo; peines de carey; un de bote de colonia de cristal azul con base de plomo ( colonia que se elaboraba tiempos atrás con una base de alcohol y esencia de perfume que ellos mismos fabricaban en la barbería) y otro para la brillantina; una polvera de goma marrón con base de plomo que contenía generalmente polvo de talco que se impregnaba con una especie de suave pom-pom; brochas con cabo de madera revestido de plomo hechas de pelo de macho o de caballo,( elaboradas en su origen con una liga de perrubia, palabra esta deformada de pez-rubia, una especie de resina procedente de las coníferas a la que se añadía cerote); barras de jabón Garvey con su jabonera; bola de madera, ya en desuso que, metidas en la boca alisaban la piel de las mejillas; un suavizador de cuero con mango de madera y dos tiras de hierro y una piedra para afilar las navajas que se hacía con un poco de aceite; un espolvorizador, que contenía agua, alcohol y colonia; el cepillo quitapelos y un cazo calentador de aluminio. No me llega la memoria a más utensilio, todos reflejados sobre un gran espejo biselado y colocados sobre dos mesillas altas con tapas de mármol blanco.

En este espacio y con esos escasos instrumentos de barbero pasó Feliciano Bando toda su vida. No necesitó más para crear su micromundo de silencios, palabras, creación plástica y la fe devocional del acervo religioso de Rociana. Como un trashumante de su propio interior, de su casa y su calle, vivió aferrado a ellos como si todo el universo se condensará en el triangulo mágico de si mismo, sus aposentos y las arterias de aquellas aceras grises y adoquines, balcones regionalistas, fachadas al estilo Anibal Gónzalez del centro de su pueblo, mirando siempre la imponente torre de la iglesia de san Bartolomé. Creo que cada oficio fija las necesidades de quienes los ejercen. El mundo interior y exterior se agrande o empequeñece en función del horizonte por donde miran. Para los barberos este mundo que parece tan limitado a unos metros cuadrados, se agiganta por la riqueza que le aporta la colectividad que los rodea, los llenan de tanta sugestión que todo está en la complejidad y sencillez de unas vidas que le tributan cada día un inmenso caudal de información y vivencias difíciles para otros oficios. Eran escuchadores y receptores, opinaban, informaban, apaciguaban, asesoraban, criticaban, reprendían.

Y cuando Feliciano Bando aprendió que los tiempos vacíos eran suyos, los dominó apaciblemente, llenándolos de otros conocimientos, sacando fuera la capacidad creativa de la que estaba dotado.

Difícil resultaría no encontrar a alguien preocupado por la cultura o las artes de Rociana de mi inquieta generación en los años setenta que, no recalase en su barbería, ávidos de recibir la información y los consejos necesarios en los ilusionantes proyectos literarios, plásticos, artísticos o históricos que pensábamos inexcusables para aumentar el nivel de nuestros convecinos. Muchos se quedaron atascados por la burocracia y los impedimentos de la administración franquista, otros, los que no dañaban al régimen se ponían en marcha con mil esfuerzos, pero repletos de la ilusionante tarea en el cultivo del conocimiento.

Feliciano fue alma en el proceso del nombramiento de la Virgen del Socorro como Patrona de Rociana en 1968, colaborando con el historiador villalbero Juan Infantes Galán en el acopio documental e histórico; participó en el florecimiento de la primera hermandad y constituida, asistía, una veces como gestor directo y otras como asesor, en todo movimiento de la comunidad religiosa de Rociana. Su atracción por el mundo cofradiero lo hice durante muchos años indispensable como cronista; diseñó, siguiendo el estilo del barroco andaluz tardío, la espadaña de la capilla de la Virgen del Rocío en la calle Calvario. Recuerdo, su alegría sonora cuando una tarde le llevé un documento localizado en los archivos municipales de 1759, donde se recogía un acta de la Hermandad de la Vera-Cruz reseñando el orden de la procesión (Cruz de guía, hachas, nazarenos, el nombre del mayordomo y la junta de gobierno), aquello para él testimonió una tradición vieja de su pueblo, en tiempos donde la Semana Santa rocianera poseía poco apoyo popular; o la ayuda que me prestó para la investigación del libro sobre La Devoción Popular a María del Socorro en Rociana. Cada regreso de los archivos del Arzobispado de Sevilla o de los Medina Sidonia, se convertían en placenteras tardes de comentarios con el gustoso placer de llenar la historia de nuestro pueblo. Me animaba cada vez que, con alguna piedra o resto cerámico, encontrado en nuestros campos, a seguir ahondando en reflotar lo que creíamos un pueblo sin historia. Y no se decepcionaba cuando, su muchas veces comentada teoría de la gestación de Rociana por un tal Mussus Rocianus, se las rebatía con mis descubrimientos sobre otros orígenes distintos, procedentes de los antiguos possessores romanos que ocuparon estas tierras en tiempos de Escipión.

Pero si algo se queda en mi remembranza del amigo barbero de la calle Amargura,- en esa especie de retina de la memoria y las emociones,- quizás sea, como un eco que no se apaga, sentir, ahora que sólo quedan sus recuerdos, la duración del tiempo en las apacibles horas de interminables tertulias viendo pasar las estaciones en el rincón de lo no olvidado. Recuerdo que en cada época cambiaba de lugar en su morada. En primavera se sentaba rodeado de libros en la antesala de su corral, colocaba caballete y lienzos y aprovechaba la luz nueva de la estación para abrir los botes de óleo y tocar con el pincel la lámina cruda de la tela del cuadro. Allí recreó con colores casi puros sus temas preferidos, bodegones, algunos desnudos, cabezas de caballos, estampas costumbristas y, sobre todo, su pasión religiosa, sus vírgenes del Socorro, del Rocío, de los Reyes, cristos crucificados, san Juan Evangelista (una de sus mejores obras), o temas del Antiguo Testamento como el de Judit con la cabeza de Holofernes. Desde aquel rincón se contemplaba los primeros brotes de la madreselva que reinaba en su corral.

El invierno y el otoño eran propicios para plantarse en el tercer portal de la casa. Allí, la redonda camilla le atrapaba como el silencio que le cercaba. Algunas noches de invierno, casi con una luz mortecina en el techo, me descubría la poesía de Miguel Hernández en una vieja edición de Losada publicada en Argentina, que nunca supe como llegó a sus manos en aquellos años de censura literaria del poeta de Orihuela. Muchas veces le vi dibujar las plantillas de las orlas que luego trasladaría al raso de mantos o simpecados. Le ponía hervor paciente a una tarea de monjas de clausura. Cuando el verano tendía sus brazos de calima, los resquicios de su puerta, sujeta sólo por una aldabilla, recogía el poco frescor que entraba por la calle. Esperando la noche, desde su umbral, saludaba a los caminantes hacia la plaza o en su retorno al merecido descanso de aquellos recios campesinos de Rociana.

Nunca le conocí viajes, vacaciones, descansos largos, retiros. Creo que no pasó de su Sevilla inmortal que conocía como un Miguel de Mañara perdido y solo.

Parece una paradoja que podamos escribir tanto de una persona que, hoy las generaciones nuevas de Rociana, tendrían dificultades para recordar y que el paso del tiempo arrinconará en sus ciclos inevitables, quedando sólo como una referencia para aquellos que tengamos la suerte de envejecer y no olvidarle, hasta que como él se disuelvan nuestras figuras. El hombre es más que su soledad. Quien supo vivirla de dentro para fuera, enriqueciéndose con lo recibido, habrá roto el yermo insustancial que algunos creen que viven los solitarios.

Días antes de su muerte le visité, urgido por la culpa de no hablarle, mirarlo antes de su marcha definitiva. Tenía ganas de vivir. Desde la misma ventana de siempre, en su barbería desvencijada, sentí que se le iban las horas. Me despidió con una alegría apagada…y me alejé sin ímpetu para terminar una jornada con el latido en los ojos de Feliciano Bando, el último barbero de Rociana.

2008


PALABRAS DE HOMENAJE A FELICIANO BANDO EN RELACIÓN CON LA HERMANDAD SACRAMENTAL, CON MOTIVO DE LA DEDICACIÓN DE LA FERIA DEL AÑO 2008 A SU PERSONA, ENTRE OTRAS

Autoridades locales, hermandades y cofradías, Señoras y Señores, buenas noches.

El pasado 30 de abril, a todos nos cogía de sorpresa, la muerte de nuestro Vocal de Culto y Espiritualidad, nuestro amigo Feliciano Bando.

Este año, la feria de nuestro pueblo va dedicada entre otros acontecimientos al recuerdo y homenaje de Feliciano. Esto da a entender que este hecho viene a confirmar la importancia de este rocianero en el devenir de su pueblo.

Feli, como los amigos le llamábamos, estuvo muy vinculado a la Hermandad Sacramental y Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Stma. de los Dolores. El hecho de encontrarme hoy aquí, representando a mi querida Hermandad, no es otro que el de resaltar la figura de Feliciano en la historia de nuestra Cofradía.

Durante muchos años, allá por la década de los noventa, ostentó el cargo de Secretario. Cuando no teníamos ni lugar para reunirnos, las Juntas se celebraban en su casa, allí, intercalaba sus quehaceres como barbero con los de secretario de su Hermandad; cuando venía alguien a arreglarse, las sesiones se interrumpían y cuando terminaba de realizar su trabajo, volvíamos a proseguir con la misma.

Era un enamorado de su Hermandad, y le tenía una especial devoción a nuestros Sagrados Titulares, pero en especial a María Stma. de los Dolores. Fue uno de los principales promotores de que la Virgen de los Dolores saliera nuevamente a las calles rocianeras después de su llegada a nuestro pueblo, para ello tuvo que enfrentarse a muchas personas que se oponían a tal evento.

Cuando llegaba la Semana Santa, aún recuerdo, cuantas tardes iba por él a su casa o me esperaba en la puerta de la Iglesia para ir preparando el montaje de los cultos, los pasos, etc. Siempre me preguntaba qué había que hacer, y al instante realizaba su misión. Cuando terminaba sus quehaceres, siempre antes de volver a su casa de la calle Amargura, donde le esperaban para arreglarse, se marchaba silenciosamente. No era una persona que buscaba el protagonismo, era sencillo y humilde.

Cuántos de los que estáis aquí presente hoy que alguna vez habéis llevado el hábito nazareno, recordáis cómo en su casa se sacaba la papeleta de sitio, o cómo repartía los cirios en el patio de la Iglesia el Viernes Santo, antes de que la Cofradía hiciera su Estación de Penitencia.

Cuando la Virgen de los Dolores carecía de un ajuar digno a su belleza, Feli confeccionó varias sayas bordadas por él y también una de las túnicas de Ntro. Padre Jesús Nazareno. Iniciado en el arte del bordado, quiso que su Madre Bendita luciera aún más hermosa con su trabajo de oro en aplicaciones. También diseñó el retablo a nuestros Sagrados Titulares en la fachada de la Iglesia, y pintó la gloria del techo de palio de Nuestra Señora.

En 1.993 realizó un magnífico Pregón de Semana Santa en el que se nos transmitió el valor del auténtico cofrade, joven y nuevo en nuestra Hermandad.

Con todo lo expuesto, cabe destacar cómo la historia de la Hermandad ha estado marcada por la figura de Feliciano.

Él siempre me decía que los rocianeros no luchamos por nuestras tradiciones, que nos conformamos con cualquier cosa, y ante la ausencia, acudíamos a otros pueblos para vivir lo que en el nuestro habíamos hecho desaparecer. Espero que seamos como nuestro amigo Feli, luchadores de nuestras tradiciones, que no las dejemos que desaparezcan; si los rocianeros no luchamos por nuestro pueblo, nadie de fuera va a venir para hacerlo.

Si con un recuerdo me tuviera que quedar, lo haría con el último Besapies a Ntro. Padre Jesús Nazareno, en el que Feli, ya bastante enfermo, sacó fuerzas para dar el último beso a su Cristo antes de reunirse definitivamente junto a Él y engrosar esa fila interminable de nazarenos en el cielo.

Yo creo que nuestro amigo no se ha ido del todo, los que somos cristianos creemos que hay una vida en Dios después de la muerte, que el alma no muere del todo. Por eso, su alma volverá muchas veces para recrearse en todas su sobras en pro de esta su querida Hermandad.

Sirvan estas palabras de sencillo homenaje a un hombre bueno que luchó por mantener viva una de las tradiciones de nuestro pueblo, como es la Semana Santa. Feli, amigo, descansa en paz en la esperanza de la segura resurrección.

Muchas gracias.

Rociana del Cdo., a 20 de agosto de 2008

Manuel Rodríguez Calvo

Tesorero de la Hermandad Sacramental

Sacramental de Rociana

HERMANDAD SACRAMENTAL ROCIANA DEL CONDADO

Referencias

[3]

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