Economía en El Campillo

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Economía en El Campillo

Tradicionalmente, el sector agrario ha sido la principal actividad económica. La agricultura másproductiva se localizaba en los alrededores del pueblo, donde se cultivaba, en régimen de subsistencia,cereal, hortalizas y olivos. En la actualidad se asiste a una transformación radical de su espacio agrario.

A excepción de la superficie dedicada a las modernas plantaciones de cítricos, tan sólo una mínima extensión se dedica a labores agrícolas tradicionales. Sólo restan pequeños huertos en torno a la antigua vía del ferrocarril de El Buitrón y en los alrededores del núcleo urbano.

Escasos espacios adehesados rompen la monotonía de pinos y eucaliptos de buena parte del término, que, a pesar de sus impactos medioambientales, supusieron en su día un notable recurso forestal para este pueblo.

Ciertamente, El Campillo, por su cercanía a las explotaciones mineras de Riotinto, participaba desde la antigüedad de esta actividad. Pero será a partir de la segunda mitad dei siglo XIX cuando comience una profunda transformación socioeconómica hacia modelos industriales implantados por la nueva compañía inglesa propietaria de las explotaciones. Nuevas técnicas de extracción a cielo abierto y la utilización de sistemas de transporte mecanizado, con la construcción del ferrocarril, provocaron una convulsión comarcal, de la que El Campillo no quedaría al margen. Era el lanzamiento econórnico del sector minero a gran escala, auspiciado por la excelencia de las condiciones naturales de la zona.

Desde entonces, el devenir económico y social de este municipio quedaba ligado a la minería y a los designios y derivaciones de las empresas explotadoras de la mina, que van a marcar el ritmo económico y social no sólo de El Campillo, sino de toda la cuenca minera. En 1987 la compañía Río Tinto Minera S. A., ante la caída del precio del cobre en los mercados internacionales, causada por la aparición de nuevos materiales y por la aper- tura de nuevas explotaciones en el Suroeste de Portugal y en el Sureste asiático, procede al cierre de la línea del cobre. Ello provoca el inicio de una profunda crisis en la minería onubense, que pone sobre aviso a toda una comarca que vive exclusivamente de la mina y sobre la que pivotan el resto de los sectores económicos.

El sector servicios, en cuanto a talleres, suministros, etc., tiene una dependencia directa de la compañía minera. También el comercio y la construcción han funcionado vinculados al sistema de dependencia generado por la mina.

Proliferan los pequeños comercios, de carácter familiar, destinados sobre todo a la alimentación, muy diseminados en el núcleo. Los escasos comercios especializados, generalmente minoristas, y las tres entidades financieras existentes se agrupan en el centro, en torno a la Plaza y al Ayunta- miento. Encontramos pequeños talleres de mecánica y carpintería metálica ubicados en las márgenes de la carretera C-421 y una cooperativa textil de mujeres dedicadas a la confección y que tiene por cliente a unos grandes almacenes.

La creación de un pequeño polígono industrial en la carretera comienza a dar sus frutos, con la instalación de algunas pequeñas empresas de la comarca, atraídas por las condiciones favorables y por la existencia de suelo industrial barato.

Además del preocupante paro, tiene especial relevancia el fenómeno de las jubilaciones anticipadas, fruto de las regulaciones de empleo. En general, son trabajadores entre 50 y 60 años, procedentes de la mina, sin formación profesional alternativa, y que por su edad pasan a embolsar el colectivo de desempleados de larga duración. Pero sobre este grupo recae buena parte de la responsabilidad económica, al contar con nóminas y jubilaciones relativamente altas, con la que mantiene a un numeroso grupo de jóvenes en busca de empleo. Por ello se origina una peculiar y alta dependencia familiar.

La Junta de Andalucía, poderes públicos locales, sindicatos y la propia empresa minera comienzan a plantearse posibles salidas a la situación de crisis y promueven las nuevas bases para el desarrollo local y comarcal de la zona. El Campillo y toda la cuenca minera es declarada como Zona de Acción Especial y se crea el Plan Económico de Riotinto. Fruto de los acuerdos, se establece un Plan de Inversión, basado en la incentivación de la inversión privada y en la captación de recursos. Estos trabajos han culminado con la implantación en El Campillo de una industria de derivados del plástico, con una inversión de casi mil millones y que genera la creación de 80 puestos de trabajo directos. Con ello se sientan las bases para la diversificación económica de la zona.

Para atajar los problemas socioeconómicos planteados, tras los sucesivos expedientes de regulación de empleo presentados por la empresa, es necesario la búsqueda de soluciones que pasan por la continuidad de la actividad extractiva y por la diversificación de las actividades económicas en las líneas de aprovechamiento de los recursos endógenos y desarrollo del turismo rural.

El Campillo, por su condición de dependencia de la mina, participa de forma activa, desde el primer momento, en la diversificación económica del tejido productivo comarcal, apostando por la continuidad de la minería, aunque solicitando el desarrollo de nuevos sectores productivos, hasta el momento impensables en la zona. Son los casos del sector agrícola y de la implantación de industrias de transformación, que han supuesto el precedente para el desarrollo de nuevas empresas.

También el conjunto de la cuenca minera ha cobrado un incipiente desarrollo de prácticas turísticas. En este sentido, y a pesar de que El Campillo no cuenta con un destacable patrimonio histórico artístico, sí posee entre sus infraestructuras locales el espléndido Parque de los Cipreses, que en los dos últimos años ha experimentado una importante renovación,reacondicionamiento, embellecimiento y mejora de acceso. Con ello se da cabida y servicio a los numerosos autobuses que diariamente se dan cita, y que encuentran en este paraje uno de los lugares más adecuados para pasar algunas horas de esparcimiento y relax, aprovechando los servicios recreativos y de restauración creados a propósito. De esta manera, El Campillo se ha convertido en un punto importante de recepción de visitas.

Su carácter de municipio mancomunado le hace partícipe de las actividades emprendidas por la Mancomunidad de Municipios Cuenca Minera en lo que se refiere a recogida de residuos sólidos urbanos, gestión de aguas, turismo rural y desarrollo local.


Transformaciones recientes

Las transformaciones agrícolas recientes y la Río Tinto Fruit

Si a mediados del siglo pasado la sociedad campillera vivía en buena parte de los recursos agropecuarios, con la llegada de la compañía minera de capital inglés se produce una importante transformación, que, entre otros efectos, supuso relegar las actividades agrarias. Pero la crisis de la minería del último decenio y la necesidad de regenerar el anquilosado tejido productivo supusieron poner en marcha un ambicioso proyecto agrícola centrado en el término de El Campillo y que por su magnitud fue ampliado a otras zonas colindantes de Zalamea, Nerva, Minas de Riotinto y Campofrío.

Después de superadas las primeras pruebas experimentales y realizados los pertinentes estudios de viabilidad, se ve factible la puesta en marcha del Proyecto Fénix, consistente en la transformación y puesta en cultivo de árboles frutales sobre una superficie de 3.000 hectáreas. La nueva sociedad encargada de la gestión y ejecución del proyecto, la Río Tinto Fruit S. A., se constituyó a finales de 1988 al amparo de los compromisos de ayudas a la inversión provistos en las reuniones tripartitas entre empresa, sindicatos y Junta de Andalucía. Cuenta con un capital social de 6.4067.89 de Euros, suscrito por distintas sociedades, entre las que destaca Río Tinto Minera S. A., con el 32,52%, y varios grupos inversores valencianos y andaluces con amplia experiencia en la agricultura de regadío.

La existencia de una larga serie de observaciones termométricas con más de 100 años de registros diarios, y que se completan con estaciones adyacentes, describen la existencia de un microclima favorable donde el régimen de heladas no se presenta como limitador en cuanto a la duración y frecuencia de éstas. Este factor esencial, junto a la elevada disponibilidad de suelos y las condiciones ventajosas de financiación, a través de subvenciones existentes en la zona, fueron factores determinantes para que, técnica y financieramente, El Campillo fuera la localización idónea para la plantación de cítricos más grande de Europa.

Esta iniciativa cuenta además con la originalidad de no partir de unos factores productivos previos, sino de la detección de unos importantes huecos en el mercado de los cítricos, y en la seguridad de poder obtener producciones fuera de sus temporadas habituales, aprovechando las innovaciones tecnológicas, como la fertirrigación y las bonanzas naturales del medio. Lógicamente, las algo más de 1.000 has. hasta ahora plantadas de cítricos suponen una radical transformación socioeconómica y paisajística.

El carácter minero e industrial de El Campillo y de la práctica totalidad de la comarca sufre un vuelco que se traduce en un cambio de mentalidad y de recursos. El índice de paro de la población entre los grupos más jóvenes, y las escasas posibilidades de encontrar empleo fuera del sector servicios, han propiciado que lo que parecía un cambio traumático en el proceso de desarrollo del municipio, se vea ahora bastante amortiguado. Son muchos los jornaleros que se precisan en las tareas de mantenimiento y recogida de la fruta.

Además, ya existen proyectos inmediatos ligados de forma directa a este nuevo sector hortofrutícola, como son la construcción de una central de envasado y transformación de productos, que se espera llegue a manipular cerca de 100.000 toneladas de fruta, y la construcción de un insectario y laboratorio de experimentación destinado a la lucha biológica contra plagas y a un tipo de producción integral muy demandado en la Europa comunitaria. Sólo el primero de estos proyectos prevé la creación de 100 puestos de trabajo fijos y más de 35.000 jornales anuales.

Estos proyectos, algunos hechos ya realidad, abren la puerta de la esperanza a un pueblo minero que encuentra ahora en la moderna agricultura una alternativa a la crisis de la minería.

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