Zona Arqueológica de Huelva

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De las ciudades andaluzas, Huelva se encuentra, sin ningún género de duda, entre las que con mayor generosidad ha entregado restos de su pasado a la investigación arqueológica, aunque ésta sólo ha respondido de manera muy tardía al excepcional interés de su pasado.

De los escritores grecolatinos que dedicaron detalladas descripciones del sur peninsular, sólo Plinio y Ptolomeo hacen referencia a Onuba, aunque sin darle importancia, considerándola un pequeño enclave de escasa importancia, ubicada en el estuario de los ríos Tinto y Odiel.

Contrariamente a esta parquedad de noticias clásicas, las fuentes islámicas (Idrisi y al-Himyari, fundamentalmente) comentan la excelencia de su situación defensiva, tanto de manera natural como por encontrarse "ceñida por muralla de piedra". Además de ello, revelan con admiración cómo "... sucede que a menudo se descubren hermosos vestigios cuando se hacen excavaciones en el suelo de la ciudad".

La erudición dieciochesca y posterior dará noticias sobre diversos hallazgos acaecidos en la ciudad, que serán paulatinamente reunidos en síntesis generales y locales.

A fines del siglo XIX aparecerán los primeros estudios de corte científico sobre la prehistoria onubense, concretamente en relación con la práctica minera; pero, centrados en la provincia, afectarán poco o nada a la propia ciudad.

Durante la primera mitad del siglo XX, el interés por las investigaciones arqueológicas, arraigado principalmente a escala local, experimentó un impulso que lo trasladó al ámbito internacional merced a la notoriedad alcanzada por el hallazgo del depósito de bronces efectuado en la ría a comienzo de los años veinte. Sin embargo, no será hasta la década de los sesenta cuando se hagan más frecuentes las excavaciones urbanas en Huelva debido al incremento de la actividad constructiva experimentado durante esos años.

Durante este período, aunque no de forma exclusiva, el grueso de las intervenciones arqueológicas se centró en los cabezos. Se combinarán intervenciones de urgencia con campañas de excavación sistemática, dirigidas a agotar el registro aparecido en los salvamentos.

Desde comienzo de los años ochenta, se sistematizaron los controles arqueológicos de las obras de construcción, extendiéndose esta actividad tanto al sector antes aludido de los cabezos como al resto de la ciudad y las áreas periféricas a la misma, afectadas por la expansión del núcleo urbano. Situación que ha continuado hasta la actualidad.

Como producto más inmediato de esta actividad de investigación arqueológica, existen datos suficientes para confirmar la ocupación desde la Edad del Bronce tanto en las cimas y laderas de los cabezos como en los sectores más bajos, junto a la zona intermareal actual, ya que nunca se entendería el hábitat de la parte alta sin el uso del puerto.

La trayectoria histórica de la ciudad de Huelva se materializa en la riqueza de su sustrato arqueológico, que compone el gran archivo no escrito de la historia de la ciudad, cuya tutela se hace especialmente necesaria debido a su extraordinaria vulnerabilidad al daño y la destrucción.

Descripción

Huelva parece iniciarse como núcleo poblacional abierto en un momento incierto de la Edad del Cobre, a tenor de ciertos hallazgos fechables en esa cronología. Posteriormente, en un momento avanzado de la Edad del Bronce, tanto los cabezos como en las zonas llanas aparecen ocupados por un hábitat del que se desconoce aún su configuración, pero del que es presumible suponer que estuviese formado por cabañas de poca consistencia que se adaptaron a la topografía existente, sin previa planificación. Hasta ahora no es posible indicar la existencia de un núcleo primitivo localizado en una de estas lomas y desde el que se extendiera a otras laderas, dadas las condiciones de similitud que presentan las mismas, si bien sí parece situarse el hábitat más antiguo en la ladera alta, como demuestran las excavaciones de la calle La Fuente o del Cabezo de San Pedro.

Una vez inmersos en el período orientalizante, la población se expandirá a partir de este poblamiento originario, alcanzando una extensión que no ha sido superada hasta hace pocos siglos. Se percibe la ocupación de una zona más baja en las laderas de los cerros, como viene observándose en las excavaciones del casco antiguo, quizás también por ser un ámbito más comercial dedicado al almacenaje. Durante este período, sobre todo en los siglos VII y VI anteriores a nuestra era, aunque no cambian los patrones de ocupación, las construcciones en piedra formando habitaciones cuadrangulares evidencian un desarrollo económico importante de la ciudad motivado por el papel de núcleo comercial desempeñado por Huelva en ese tiempo.

Las evidencias arqueológicas encontradas en la trama pertenecientes al período turdetano (siglos VI a IV antes de Cristo) son menores. Estas muestran signos de claro consumo de los espacios ya construidos mediante reformas de las construcciones.

La Onuba romana se extendía por los cabezos y, especialmente, por la vaguada existente entre los cabezos de San Pedro y la Esperanza. En algunos puntos se ha corroborado su extensión hasta la cota +10 metros sobre el nivel del mar, bastante más alta que la ocupada anteriormente. Este momento tiene una importante constatación en el registro arqueológico, corroborando lo expresado por los textos islámicos.

Especialmente abundantes son los restos pertenecientes al siglo I después de Cristo y a comienzos del siglo II. Con posterioridad parece haber un decaimiento poblacional.

Hasta hace relativamente poco tiempo habían sido escasos los elementos pertenecientes al pasado islámico y cristiano medieval de la ciudad. Recientemente vienen siendo más frecuentes, si bien aún no es posible construir una interpretación basada en estos testimonios de forma independiente a la información transmitida por documentos escritos. A este déficit de información arqueológica también ha contribuido notablemente la ausencia de edificios emergentes pertenecientes a este período (por ejemplo el castillo que existió en la cima del Cerro de San Pedro) de los que hubiese podido recabarse información aplicando técnicas estratigráficas.

En cualquier caso, la ciudad islámica, que también estuvo amurallada y mantuvo la función de puerto, no debió exceder los límites de la protohistoria, de la misma forma que la bajo medieval y la de los siglos XV-XVIII no los desbordará, excepto en dirección sur, hasta coincidir con la descripción de la ciudad hecha por B. Santamaría en 1878, siendo tal vez el perdido Arco de la Estrella el límite de lo construido.

Delimitación del bien y zonificación

La Zona Arqueológica de Huelva no tiene una delimitación única y continua, sino que para dar respuesta a todas las áreas de interés arqueológico existentes en la ciudad es preciso zonificarlas de forma independiente.

En la delimitación de estas áreas se ha tenido presente toda la investigación arqueológica antes resumida, así como aquellos otros puntos donde existe constatación de restos arqueológicos. Como criterio primordial se ha seguido la reconstrucción paleotopográfica de los diversos momentos históricos de la ciudad.


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