Romeros de Fe

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Llevará su alma impreso en el Misal y en el Báculo apoyará su mano buscando camino una vez más.

No importa nada cuando el amor es puro, porque en su carreta los rezos se convierten en susurros. En su peregrinar abundan las razones; sus palmas y cantes se trasforman en Oraciones. En las puertas de la promesa sigilosos se levantan y tras la huella del que necesita se debilita entre esperanzas. Se aferra al Tridente y lucha entre las mercenarias espadas, la paz emerge en sus ojos cuando no existen recursos en las palabras ¡Qué de Romerías se fueron atrapadas en su manta!

Y viene contigo, justo al lado de nosotros; sentimos su fervor en la brisa que trae el aire y con golpes de tambor e internos altares se introduce en el corazón y de belleza nos invade.

Los llanos son la culminación de la tarde, se esconde el sol en busca de otros valles y tus lágrimas recorren un Chanza transparente e inolvidable. Las sombras de la Alameda se afanan en refrescarte, por mas que lo intenta el cielo no consigue ni inquietarte. Caballos que cada año buscan emocionarte: su fila interminable te enorgullece y satisface.

El nido de cigüeña te recuerda la bienvenida, cada primavera le visita el milagro de la vida.

Te sientes otra vez distinto, tan adentro de sus ojos impregnados de cariño.

Ya está cerca la noria que nos regala los cangilones rebosantes de agua clara y su herrumbre nos recuerda la memoria torpe e ingrata. Llegamos al Arroyo la Villa y la emoción nos empuja hacia los arcos de su casa, la campana tañe lastimera y llena de nostalgia.

Se acelera el pulso cuando llega San Mamés entre Plegarias. Aroche mira a lo lejos, silueta de cal blanca. Todo se detiene... El silencio es un camino atrapado en la garganta.

¡Cuánta Fe guarda un segundo! ¡Cuántas palabras sin decir nada! San Mamés ya está contigo descansando en su morada.

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