Los Jarritos, Fiesta del Agua de Galaroza.

De Huelvapedia
Saltar a: navegación, buscar
No sólo el Múrtiga es símbolo de vida y fertilidad, también hay numerosos acuíferos y manantiales alrededor de esta comarca serrana, incluso podemos ver algún que otro manantial dentro de alguna casa centenaria.
Jarritos Galaroza.jpg

Prueba de la abundancia del agua cachonera es la fiesta de "Los Jarritos", que se celebra cada 6 de septiembre, en un ambiente de algarabía y entusiasmo y que consiste en mojar a todo aquel que se encuentre por las calles de este municipio. Es una mezcla de erotismo y poder donde el agua y sobre todo el manantial que surte a la bella Fuente de los Doce Caños toman el principal protagonismo.

El agua la podemos coger de distintas fuentes que se distribuyen a lo largo y ancho de todo el pueblo, aunque la principal es la "Fuente de Nuestra Señora del Carmen", llamada comúnmente Fuente de los Doce Caños.


Según el cronista local, Rodríguez Beneyto, la fiesta se remonta aproximadamente entre la primera y segunda década del siglo XX. y surgió aprovechando el paso de los alfareros de la comarca extremeña de Barros por Galaroza, camino de la Romería de los Ángeles en la Peña de Arias Montano, en el cercano pueblo de Alájar. Descargaban aquí todas sus angarillas con sus cacharros. Los Álamos y el Paseo de Ntra. Sra. del Carmen se ponían llenos de paja y encima de la paja ponían todas las piezas de barro, entonces los lugareños aprovechaban para comprar piporros, cántaros, utensilios para la cocina de barro... para todo el año e iban a probarlos a la Fuente de los Doce Caños. A las niñas les compraban las madres unos juguetes pequeñitos de barro, que eran "las cocinitas" y a los niños les compraban pequeños piporros, llamados "jarritos" y jugando comenzaron a lanzarse agua, y así comenzó Los Jarritos como un juego de niños. De ahí pasa a juegos de jóvenes, pero ya después de La Guerra.

Los Jarritos Galaroza 5.jpg

Al principio, sólo se mojaban las personas jóvenes y se respetaba totalmente a las personas mayores; ningún joven se atrevería nunca a mojar a ninguna persona mayor, la prueba está en que los bares que está alrededor de la plaza ponían sus mesas en la puerta y mientras que los niños y los jóvenes se mojaban, los mayores estaban tomándose sus vinos y comiendo tapas tranquilamente sin que nadie los mojara. Ya en la década de los años 50 es cuando comienza la parte erótico-festiva de la fiesta.

Antaño, la herramienta con la que se mojaba a los demás era el piporro o búcaro, sin embargo, actualmente se hace con un cubo.


Antonio F. Tristancho, presidente de la Asociación Cultural Lieva y gran apasionado de Galaroza, ha publicado numerosos artículos sobre esta Fiesta, tan singular y única:

Una explosión de júbilo rodea la fiesta de Los Jarritos

El próximo domingo se celebra en la localidad de Galaroza, la fiesta de Los Jarritos, una de las celebraciones más singulares y entrañables de Andalucía. Además de su aspecto lúdico y festivo, el acontecimiento mantiene elementos culturales y antropológicos muy acentuados, además de encerrar un arraigado sentimiento de todo el pueblo hacia el agua.

Los Jarritos Galaroza 2.jpg

El agua adquiere en esta localidad un carácter imprescindible. Así lo advertirá cualquier viajero de los muchos que llegan a estas tierras buscando el contacto con la naturaleza y el encuentro con una cultura aún viva, quienes podrán admirar un sinfín de manantiales y fuentes, muchas de ellas monumentales, que circundan su término municipal, así como el verdor y la frescura que circundan todo el valle en el que se enclava la población. Nombres como El Madroño, El Cuco, Fuente del Oso, Fuente Santa, o El Agrión, son sinónimos de pureza cristalina, de frescor, de vida.

La localidad cuenta con numerosas fuentes, algunas de ellas monumentales, repartidas a lo largo del casco urbano y sus alrededores. Pero, por encima de todas ellas, destaca la Fuente de los Doce Caños, que puede ser considerada como la más hermosa de la comarca y, sin duda, la que identifica mejor al pueblo que la acoge. Sus caños de bronce, con formas de legendarios dragones, su escudo real, las sencillas figuras de terracota que la coronan y el mármol blanco que la rodea, fueron costeado por los vecinos en el siglo XIX, al representar todo lo que significa el agua para este pueblo y constituir el lugar más querido de Galaroza desde siempre.

Doce Caños Galaroza.jpg

El espacio urbano que domina esta fuente está situado en el centro del pueblo, y ha sufrido distintas transformaciones. En un principio, existía un área enteramente dedicada al agua y sus aprovechamientos. Alrededor de la plaza de Los Alamos, se situaba la fuente, que surtía de agua los piporros, cantaros y otros utensilios imprescindibles para la vida y el hogar. En uno de sus laterales se hallaban los lavaderos públicos, convertidos día tras día en un lugar no sólo de higiene y limpieza, sino también de reunión. Eran las mujeres de la época las que utilizaban estos ratos de trabajo para la sana costumbre de la conversación y la charla. Su casi exclusivo uso femenino mostraba palpablemente la división social de la época, felizmente superada, ya que, a pocos metros de allí, se situaba la tercera pieza del conjunto, el pilar o abrevadero, frecuentado por los hombres con sus mulos dedicados a las tareas agrícolas. Tras la desaparición de los lavaderos y la pérdida de funcionalidad del abrevadero, sólo la fuente conserva cierta relevancia, aunque por motivos estéticos, emocionales y visuales. Esto ha sido entendido por el Ayuntamiento, que no deja de realizar trabajos de embellecimiento e iluminación de lo que es considerado por todos como el símbolo del pueblo.


La fiesta

Y es también la Fuente de Doce Caños, el centro de la fiesta popular más importante del pueblo y una de las más curiosas de Andalucía, Los Jarritos. Si usted visita Galaroza el día 6 de septiembre no olvide traerse un impermeable si no quiere salir empapado. Nosotros le recomendamos que se traiga un piporro o un cubo, y participe con los cachoneros en la mojada más simpática y grandiosa que se pueda encontrar. Desde primeras horas del día, los jóvenes salen a mojar a todo bicho viviente, para concentrarse posteriormente en Los Alamos, al lado de la fuente. Allí continuará la fiesta hasta primeras horas de la tarde, para continuarla posteriormente, ya de forma mucho más relajada, en los frondosos campos que rodean la población. Se trata, en definitiva, de una fiesta de amistad, llena de algarabía y erotismo; una fiesta de todos.

Jarritos2010cartel.jpg

Escudriñando a fondo el significado de la fiesta, no pocos estudios científicos demuestran su carácter sensual y erótico. En efecto, uno de los objetivos que inconscientemente buscan los chavales es dibujar, con la ayuda del agua, las formas de la anatomía femenina, configurando una atractiva galería de cuerpos empapados. Incluso hay graduaciones en este sentido, puesto que son las chicas más atractivas las que acaban recibiendo el “premio” de su inmersión en el pilar que se encuentra anexo a la fuente. Y es curioso que hay chavalas que se manifiestan contentas con esta situación, aun cuando algunas acaban en el pilar decenas de veces.

A nadie escapa ya que este ingrediente es uno de los más consolidados dentro de la fiesta, aunque con el paso de los años, haya dejado de significar tanto como anteriormente. Y es que también en épocas pasadas se daba a esta fiesta el carácter erótico que comentamos, considerándose entonces como válvula de escape a la represión y la moralidad imperantes en esas décadas. Fue ésta, junto a la “alteración del orden público” la razón fundamental para los diversos intentos de prohibición que se sucedieron a lo largo de los años, afortunadamente nunca conseguidos en su totalidad. De todas formas, este matiz sensual sigue manteniéndose como uno de los ingredientes de la fiesta.

Fuente-de-los-jarritos-Gal.jpg

Junto a él, la algarabía de pequeños y mayores, la intención de algunos por mantener la tradición del piporro, las reuniones de amigos alrededor de una copa, la incesante búsqueda de gentes que bajen secos y, sobre todo, el grito constante. El grito de ¡¡¡Aguaaa...!, que no deja de sonar en todo el día advirtiendo de las intenciones del personal, y que simboliza la mojada en toda su grandeza.


Para esta edición se espera una participación masiva, al coincidir con un fin de semana. De hecho, las plazas hoteleras y las casas de alquiler del pueblo están registrando una fuerte demanda. Todo ello refuerza el carácter turístico de una fiesta única y singular, que atesora valores ecológicos, eróticos, participativos y de hermandad entre todos los que se acercan a Galaroza el día 6 de septiembre, y que empieza a ser conocida en toda Andalucía.

Antonio F. Tristancho

El agua es el símbolo de Galaroza

''Este caluroso mes de agosto hemos podido disfrutar en Galaroza, durante muchos días la hermosa visión de las aguas corriendo por sus calles, como antaño, como cuando docenas de barrancos y arroyos surcaban las alfombras empedradas que componen el viario urbano de la localidad.

La quietud y la tranquilidad contemplativa, que refuerzan las magníficas condiciones del pueblo como lugar de descanso, daban paso a la algarabía de los más pequeños, deseosos de mojarse en las regaderas. Todos, incluso los mayores, han sentido la atracción de esas aguas para, volviendo a la niñez de las sandalias de goma, sumergir los pies en ellas.

Fuente Los Pitufos Galaroza.jpg


Actualmente, las aguas que rebosan por completo las tierras del término municipal de Galaroza, únicamente tienen un uso agrícola y ganadero, lo cual, teniendo en cuenta la vinculación esencial de nuestra comarca hacia estas dos actividades, no es poco. Sin embargo, antiguas iniciativas industriales fueron empujadas, literalmente, gracias al agua de Galaroza, como por ejemplo, los molinos de ribera y la producción de energía eléctrica.


Las aguas de sus arroyos y riberas llegaron a alimentar hasta 6 molinos harineros, según menciona Pacual Madoz en su famoso diccionario geográfico y tampoco podemos olvidar que gracias a una desviación situada en la aldea de Las Chinas, los ingenieros serranos de principios de siglo idearon un magnífico sistema para la producción de electricidad, dando con ello lugar a una empresa emblemática en la vida y la historia de la comarca, como fue Santa Teresa de Electricidad.

Además, ha sido el agua que Galaroza ha regalado solidariamente, la que ha permitido durante muchos años de sequia el abastecimiento de agua para el consumo humano y el industrial en pueblos enteros, como Jabugo, Valdelarco o La Nava, y sectores vitales para la Sierra, como la industria del cerdo.


Pero en Galaroza, la importancia del agua no se cifra exclusivamente en estos aprovechamientos, sino que forma elemento esencial de la identidad local. Del mismo modo que nuestros antepasados árabes otorgaran al agua lugar principal en sus palacios y en el conjunto de sus vidas, también los cachoneros perciben este líquido como parte de su idiosincrasia.


La ligazón del agua con la vida local está llena de ejemplos y de recuerdos. Todavía existen muchas casas por cuyas bodegas discurren lievas y acequias, rememorando aquellos turnos de riego para las otrora productivas huertas de los ruedos cachoneros. Elemento muy asiduo de las conversaciones juveniles es acordarse de las historias y sucedidos vividos durante las tardes de baño en el sinfín de albercas que preñan los campos del pueblo. Aún se conservan fotografías de mujeres lavando su ropa entre el cristalino manantial que corría las calles abajo.

Los Jarritos Galaroza 4.jpg


Esta claro que el agua imprime carácter a estas gentes. El salón cultural de la localidad, escenario de una constante producción de calidad, se llama “Las Aguas”. Incluso recientemente, con ocasión de la fundación de una nueva asociación cultural que sumará sus esfuerzo para mantener la gran actividad cultural del pueblo, se ha pensado en un término como “Lieva”, que sintetiza el esfuerzo humano por domesticar las aguas y la aportación del serrano a la antropología y la cultura popular.


Llendo aún más lejos, existe una entrañable leyenda que alude al presunto topónimo del pueblo en su fundación y en la que el agua está presente de forma palpable. Recogida por el gran escritor serrano José Andrés Vázquez en 1930, construye un maravilloso cuento en el que un príncipe Ysmail, encontrándose de caza por el valle de Galaroza, habría vislumbrado entre los frescos y densos bosques de castaños, una preciosa doncella de la cual se enamoraría perdidamente; mas cuando volvió a buscarla, no halló de ella rastro alguno, quedando el propio príncipe perdido para siempre entre la frondosidad, la fragancia y las aguas del valle. El nombre que su padre otorgara a este lugar es Al-Aroza, que significaba Valle de la Deseada. La interpretación metafórica de la leyenda, nos hace dudar sobre el objeto del deseo, apareciendo las aguas con un marcado matiz femenino que impregnará para siempre cada lugar de la zona que nos ocupa.


Pero no son sólo los cachoneros los que irradian este sentimiento. Todo aquel forastero que se aventure en el valle del Múrtiga percibirá el frescor y la humedad que engloban este pueblo. Un verdor al que cantaron plumas tan inolvidables como Amador de los Ríos, Fernando Labrador, Fermín Requena o Jesús Arcensio, poeta cachonero considerado como uno de los mejores en la literatura onubense contemporánea.


Y son palabras de otros literatos, recogidas en un artículo por Pedro Cantero, las que nos sirven para trasladarnos a la fiesta que refleja el sentimiento de todo un pueblo. Según algunos escritores, el rumor del agua es claro entre las sombras de este valle, se deja evidenciar y resalta más que la oscuridad húmeda, aunque fresca y brillante, que circunda Galaroza. Es la fuerza del agua, es el Júbilo del Agua.

Los Jarritos Galaroza 3.jpg


El júbilo de los cachoneros, el júbilo de la fiesta que todos esperan durante todo el año. Una alegría que se desborda cada 6 de Septiembre, en que se muestran todas las facetas de un habitante de Galaroza. Ese día se sale a la calle a disfrutar, a rendir homenaje al agua, a agradecer la fortuna de ser un pueblo de aguas, a convivir con todos los vecinos y a recibir a los visitantes con la hospitalidad y el cariño que sólo los cachoneros saben mostrar. Tales son las virtudes de estas gentes: agradecimiento, amistad, convivencia, ingenio, hospitalidad, alegría de vivir.


Junto a estos ingredientes fundamentales, hay otro que destaca por su singularidad, y es que Los Jarritos es la única fiesta erótica que se celebra al aire libre y con el concurso de todos sus participantes. Esto, dicho así, puede parecer fuerte, pero a cualquiera que hay vivido algún año la fiesta, le parecerá habitual que la sensualidad lo inunde todo. La insinuación, las transparencias, los desnudos entreverados, apenas adivinados tras la húmeda y breve indumentaria, son estampas que se repiten año tras año desde hace décadas, y que consiguen una especial complicidad de muchachas y muchachos, magistralmente captada en un poema del querido y recordado Julio Beneyto, viejo profesor de tantas generaciones de cachoneros:


Deja que vista, madre,

los trapos viejos,

que hoy son los Jarritos

y habrá jaleo.


Me persigue un moreno

con ansias locas,

y, si salgo a la plaza,

ése me moja.


Y como el mozo es terco

hay que dejarle,

pues le gusta al muchacho

mojar mi talle.


Y si te digo, madre,

que yo lo quiero...,

dejaré que me moje

todo mi cuerpo.


Antonio F. Tristancho



Los Jarritos serán fiesta de interés turístico nacional de Andalucía

Cuando los cachoneros, gentilicio de los vecinos de Galaroza, pensaron hacer un homenaje a las aguas que tanto significaban en sus vidas, no pudieron organizar nada mejor que la fiesta de Los Jarritos. Cada día 6 de septiembre desde hace más de un siglo, cientos de personas se mojan unas a otras con cualquier recipiente apropiado para ello, aunque todavía hay quien mantiene la tradición y utiliza el tradicional piporro que dio origen a la fiesta.

Durante todo el día se ponen de manifiesto los elementos definidores de la fiesta. Uno de ellos el constante homenaje al agua, en todas sus manifestaciones, visible claramente al pasar por fuentes, calles, regaderas, lievas, etc. También se notará la amistad, el calor y la acogida que los cachoneros ofrecen al visitante, los gestos de compañerismo incluso en la forma de arrojar el agua y el compartir un rato agradable entre todos. Lugar destacado tiene asimismo el erotismo y la sensualidad permanentes, al dibujar las aguas formas y cuerpos sugerentes. El componente ecológico y medioambiental y, especialmente, la vertiente festiva, completan la amplia gama de escaparates que ofrece la fiesta del agua.

Los Jarritos Galaroza 1.jpg

Desde el Ayuntamiento de Galaroza se quiere fomentar el carácter turístico de la celebración con determinadas iniciativas. Además de organizar actividades culturales y recreativas alrededor del día 6, se tiene pensado solicitar a la Consejería de Turismo la declaración de Los Jarritos como Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía, galardón con el que la consejería distingue los ritos y tradiciones más importantes de nuestra tierra. Con esta solicitud se abre una nueva dimensión para la fiesta, como factor que contribuirá a atraer turistas a Galaroza, para complementar la amplia oferta que el pueblo ofrece con atractivos como su paisaje, rutas de senderismo, su arquitectura popular, su apreciada gastronomía, fiestas y tradiciones y sus numerosas actividades culturales.

La intención del Ayuntamiento, pues, es convertir la fiesta de Los Jarritos en el núcleo sobre el que girará un atrayente programa turístico que contará con elementos muy variados. A las numerosas fuentes con que cuenta la localidad, se sumará una puesta en valor de los elementos tradicionales relacionados con el agua, tales como acequias, lievas, regaderas o albercas, así como zonas de huertas, riberas y cascadas con que cuenta el término municipal. Y, especialmente, el Museo del Agua, en el que el Ayuntamiento quiere representar todo lo que este elemento ha significado para la vida, la economía, el paisaje y la historia de estas tierras.

En resumen, todo un proyecto ideado en torno al agua del que su elemento más importante es y seguirá siendo la fiesta de Los Jarritos, en la que participan anualmente cientos de personas procedentes de todos los puntos de la provincia y de otros lugares de Andalucía.

Antonio F. Tristancho


La fiesta está repleta de matices culturales y ambientales


Galaroza es un pueblo tranquilo; atesora una quietud que atrae a miles de visitantes al cabo del año que llegan buscando paz y descanso en un entorno paradisíaco. Los bosques de castaños, las huertas centenarias, sus caminos y senderos para pasear y el rumor de las aguas envuelven al turista y hacen de este pueblo uno de los destinos más atractivos de toda la provincia de Huelva.

Sin embargo, el próximo domingo todo se alterará. El bullicio se apoderará del pueblo y todos sus habitantes se moverán al grito de ¡Aguaaaa….!, que atronará por todas las calles de la localidad y que guiará a todos hacia la Fuente de Doce Caños. Este lugar es el símbolo y núcleo central de la fiesta, donde se inicia todo, aunque no el único.

En todo momento y lugar, el aprovisionamiento de agua está garantizado gracias a las fuentes y lugares por donde corre el agua. La regadera, la fuente de Venecia, la del Cenagal, la de La Morera, la del Paseo del Carmen, la de la Plaza del Ayuntamiento y un sinfín de puntos de agua a los que se ha sumado este año la nueva regaera que ha sido recuperada para disfrute de vecinos y turistas gracias a una iniciativa del consistorio cachonero.

Fuente Los Pitufos Galaroza.jpg

Los Jarritos se ha convertido en una fiesta con multitud de matices que la singularizan. Es la fiesta de la ecología, en la que el agua es el principal protagonista; también cuenta con elementos artesanales como los famosos piporros, y es fuente de inspiración artística para numerosos escritores que se han ocupado de ella. Presenta, como es obvio, caracteres eróticos que saltan a la vista cuando se contemplan los cuerpos mojados; pero sobre todo, Los Jarritos es un homenaje a las aguas que inundan el término municipal de Galaroza. Desde las diez de la mañana se inicia la mojada oficial, aunque los más valientes salen incluso antes para inspeccionar el terreno y calentar el ánimo. Se trata de los irreductibles de la fiesta, los que con más ansia esperan su llegada cada año, los que garantizan su pervivencia.

Los primeros momentos son de tanteo y de reencuentro, las reuniones se van formando, se descubren las camisetas conmemorativas que cada año reparten colectivos como el Club Deportivo Galaroza F.S., los Amigos de los Jarritos o la Asociación Cultural Lieva. Se degustan las tradicionales migas, las sardinas asadas o el aguardiente de la tierra.

Se recuerdan anécdotas, se pregunta por alguien que no haya venido este año y se habla de los orígenes de la fiesta. Unos inicios que, aunque sin constancia documental, hablan del paso de los alfareros extremeños por este pueblo camino de la Peña de Arias Montano, donde venderían sus productos el día 8 de Septiembre. Allí, mientras las bestias descansaban y bebían en el pilar, los cachoneros compraban cántaras, ollas y piporros para todo el año y, claro, mientras los probaban en la fuente, se inició el ritual.

Lieva Galaroza.jpg

En los últimos años, la fiesta se ha enriquecido con nuevas perspectivas, como por ejemplo las camisetas antes aludidas o los disfraces y tipos más divertidos que se le ocurren al personal en relación a las aguas. Incluso este año se ha organizado la I Semana del Agua, repleta de exposiciones, conferencias, talleres, audiovisuales y una demostración de la fiesta en la propia capital de Huelva. Pero permanecen tradiciones imprescindibles, como continuar la fiesta en las huertas o campos del entorno, integrar a los chiquillos en la fiesta lo antes posible, o los gritos de “!Secoooo….!” que auguran una nueva mojada.


En definitiva, una fiesta de gran calado cultural y antropológico, que se aleja de los jaleos juveniles que nacen últimamente por causa del calor. Los Jarritos son una festividad con hondas raíces históricas e identitarias que el Ayuntamiento quiere potenciar con actividades que sensibilicen a la población y al resto de la provincia. Entre ellas, el Alcalde Antonio Sosa destaca la recuperación de los regadíos en que está embarcado el Ayuntamiento junto a otros pueblos de la zona, con el objetivo de reparar lievas, racionalizar el uso de las aguas, mejorar la ribera del Múrtiga y organizar una mancomunidad de regantes. Para Sosa, “las aguas nos dieron la vida, hicieron florecer nuestros famosos peros, movieron nuestros molinos harineros y dieron luz a nuestras casas, así que les debemos este homenaje y la recuperación de su importancia en las vidas de los cachoneros”.


Referencia

Este artículo incorpora material cedido por la Asociación Cultural Lieva y D. Antonio Fernández Tristancho, autorizado para su publicación bajo licencia Reconocimiento-CompartirIgual

Principales editores del artículo

Valora este artículo

0.0/5 (0 votos)