El cura Lucas

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A finales del s. XIX se produjo un curioso incidente que viene a ilustrar las costumbres populares que rodeaban a la Romería de Zufre en aquellos tiempos. Como era habitual, el día 18 de septiembre se iba a por la Virgen al Puerto y el 19 del mismo mes se llevaba. Un día antes, el 18, se celebraba una función en honor de la Virgen basada en una corrida de toros y en fuegos artificiales.

Las discrepancias personales entre el cura Lucas y el Mayordomo Joaquín Rufo sobre como había de realizarse la función y, sobre todo, quién debía protagonizarla, llevaron a los dos a mantener un férreo pulso. El Cura decidió llevar a la Virgen a la Ermita el mismo día 18, intentando privar así al Mayordomo de la función que la costumbre le otorgaba.

El romancero anónimo, partidario de las tesis del Mayordomo y de las Mayordomas, su mujer, Ana Labrador, según se puede inferir del texto, plasmó de esta forma las supuestas palabras del cura en el momento en el que la Virgen se encaminaba a su ermita:

"La Función no se hace
porque no me sale de...
de lo que tienen los hombres...
-con un aspecto tan serio
que no parecía un cura
parecía un fenómeno -.
Y si no hay quien lleve
la Virgen al Puerto,
busco hombres a jornal
y la llevan al momento.
Como si en Zufre no hubiera
devotos, y con esmero,
para hacerle su Función
y sus toros y sus fuegos."

A lo largo del romance se mezclan las palabras del Cura en primera persona y el relato en tercera persona del romancero. Prosiguiendo con este último, en las Cuatro Callejas hubo un enfrentamiento entre los partidarios del cura, que intentaban trasladar la Virgen a la Ermita, y los seguidores del Mayordomo:

Toda la Guardia Civil
se puso por delante,
con el fusil en la mano,
ofreciendo un disparate.
La suerte que ellos tuvieron
de no disparar a nadie.
Y si no, hubiera llegado
al Pilar Legío [1] la sangre."

Los partidarios del Mayordomo ganaron el pulso y la Virgen volvió a la villa para celebrar la Función en su honor:

Cuando se volvió la Virgen,
todos los del pueblo,
muy contentos,
en alta voz decían:
¡Viva la Virgen del Puerto!
Solamente el Padre cura,
viéndose tan ofendido,
en aquella hora oportuna
le pesó haber nacido.
Este salió disfrazado,
como un león que va herido,
mirando buscar venganza
en contra de sus enemigos.
El Cura y sus hermanos,
todos tres en compañía,
y detrás con los jamones,
un criado les seguía.


El Cura, ofendido, se marchó a buscar al Obispo:

El cura y sus hermanos,
en ciertas conversaciones,
de esta manera decían
con muy malas intenciones:
"en dándole yo al Obispo
esta carga de jamones,
tengo todo cuanto quiera
en contra de esos bribones."

El cancionero continúa con su diatriba y sigue poniendo en boca del sacerdote palabras que probablemente no eran correctas:

"Con treinta o cuarenta duros
que los jamones valdrán
se puede echar a presidio
hasta media humanidad.
Voy con la confianza
que me ha de dar auxilio
para yo poder echar
a medio Zufre a presidio."
Lástima que lleve el Cura
estas malas intenciones
y no mire que ha dejado
todas sus obligaciones
para ser un escudero
con la carga de jamones.

A partir de aquí, el romancero carga sin recato contra toda la curia:*

Que no sabe más oficio
que escuchar a donde guisa
y patear catrecillos [2],
de aquellas que van a Misa;
y jugar al dominó
y cosas no pervertidas,
cosas que a un Padre Cura
tienen que estar prohibidas,
¡Hipócritas, soberbiones!,
que quieren comer del espanto,
que vayan al Puerto de las Eras
para que coman mestranto [3];
que no son merecedores
de andar entre parroquianos.
Entre todos me parecen
una partida de gitanos.
¡Viva Don Joaquin Rufo
y Doña Ana Labrador!,
y que muera este cura traidor
que ha querido traer a Zufre
una perdición.


Se dió la triste circunstancia de que este sarcerdote murió a los dos meses de que se produjeran estos incidentes debido al sofoco que le ocasionaron.

Glosario

  1. Pilar legío: n. m . La denominación correcta es " Pilar del Egido". Un egido es un realengo, una propiedad del municipio para uso público, generalmente para que pastase el ganado. " El Pilar del Egido " se denomina así porque estaba ubicado en un importante realengo de Zufre y estaba ubicado en un importante nudo de comunicaciones
  2. Catrecillos: n. m. Asiento particular para escuchar Misa. Sólo las mujeres más pudientes disponían de estos asientos en la iglesia de Zufre.
  3. Mestranto: n. m. Yerbajo similar a la Hierbabuena


Referencia

  • Extraído de la Revista Cultural Mimbrera, número 2 , Año 1995, según artículo de Diego A. Velázquez Mallofret, según relato de Damián Sanchez Lozano

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