Descripción:La Nava

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La Nava: Descripción

Amigo lector:

¿Ha pasado usted alguna vez por La Nava?. Si no lo ha hecho, permítame que le diga que se ha perdido el encanto y la belleza de un pequeño pueblo ubicado en un lugar privilegiado del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.

Esta Villa, cuyo título se atribuye a Sancho IV El Bravo, es limpia, blanca, resplandeciente y bien conservada, aunque se moderniza con las nuevas tendencias. Como su propio nombre indica está enclavada en una cuenca fértil, rodeada de montaña con una vegetación y bosque que las hacen muy sugerentes.

Los amantes de la naturaleza, encontarán una mezcla entre la urbanización de un pueblo antiguo, el río, los arroyos, las huertas, las encinas, los alcornoques, los olivos, etc. que les va a impresionar, porque en un espacio de terreno de tres kilómetros a la redonda, visibles desde los todos los confines, es casi imposible albergar en otras partes esta conjunción que realza sin fronteras los alicientes de La Nava.

Sígame con la imaginación para tratar de enseñarle, dentro de lo que cabe, cómo se ve esta población desde las distintas cumbres. Al tiempo, le mostraré lo emocionante que resulta llegar a situarse estratégicamente para su contemplación.

Salimos por el callejón La Veguita, ancho y transitable, recubierto de árboles frutales y hortalizas, regados pro dos pequeños canales a derecha e izquierda, hasta llegar al Río Múrtiga, donde por un túnel de mimbreras y álamos los pasaremos saltando de piedra en piedra puestas ex-profaso. Este mismo callejón, con alguna variante, nos conducirá hasta la carretera Badajoz-Huelva (hoy en magníficas condiciones para viajar). Desde allí tomaremos un camino ascendente y estrecho, de difícil paso en ocasiones hasta que a unos 1500 metros coronemos la cima llamada Puerto de la Encina. Una vez arriba estaremos en la parte Este, pudiendo apreciar como la luminosidad por la cal de sus casa al fondo de la ladera Norte, contrasta con el valle fecundo y sinuoso del Múrtiga fusionado con su choperas, haciendo que nuestra retina encoja para la historia de nuestra memoria un fantástico jardín.

Seguidamente nos ponemos en marcha por la cresta de la sierra, haciendo uso de una vereda amplia, flanqueada a la izquierda por olivos y pinos, a la derecha por encinas y alcornoques hasta llegar a un par de kilómetros donde se une en su cúspide la Cañada con el Cerro San José, zona Sur, desde donde vamos a ojear nuevamente la población. Desde aquí sólo se advierte la mitad alta, a través de sugestivas espesuras de diversas formas con abundante plantel. La examinamos bastante sorprendidos porque entre el salpicado de algunas casas y montes en las afueras, hacinadas con las huertas, da la impresión que estamos ante un escaparate mostrándonos la grandeza más satisfactoria que pudiéramos suponer.

Durante el trayecto comentado, sobre la parte más oriental se nos presenta un gran desfiladero de bastante profundidad y en su fondo sepentean las aguas del Barranco Malo. Es muy interesante su observación.

Nos queda la parte Oeste. Desde la salida por la calle Puerto Alto hasta el pico máximo de El Lindazo hay como unos 1700 metros bordeando el cabezo. El Lindazo es una prominencia presidiendo a La Nava con una perpendicularidad de unos 500 metros desde donde partimos. Iniciamos la subida por un antiguo camino algo embarazoso, no por ello menos propicio para otear panorámicas hacia el Norte. A su término nos situaremos en la mejor posición para gozar del esplendor que nos ofrecen las calles en su totalidad a los pies de nuestra atalaya, así como el aspecto majestuoso del cauce del referido Múrtiga rodeando en su ruta el sector bajo con la inmensa riqueza de sus pequeñas parcelas hortofrutícolas, semejantes a un extraordinario vergel. Si giramos nuestra óptica hacia el Suroeste nos atraerá la no menos formidable depresión de Huezna, brindándonos unas perspectivas fabulosas en lo que al verde se refiere, estando como están fundidos los olivos, las encinas, los pinos, los chopos o los castaños. Como diferencia al lado contrario la abandonada y derrumbada mina María Luisa de matiz triste y desolador. Este es un gran mirador para los aficionados a la fotografía.

Nos faltaría el Norte, pero salvo una magnífica visión armonizada de una ininterrumpida cordillera y el culebreo del Río Caliente, La Nava no se distingue. Está situada en la parte opuesta.

No sé si será suficiente mi exposición para que, como decía al principio, si usted no ha venido nunca a La Nava tenga una idea de la preciosidad que envuelve la zona más diversa flora y orográficamente más completa. Al transcurrir de los días, he pensado que en estas primeras páginas sólo había reflejado una porción incompleta de las distintas situaciones desde donde se podía meditar la magnificencia y los hechizos de esta Villa serrana, situada en el corazón de la sierra norte de Huelva.


Ahora me propongo resaltar su hermosura en otro sentido. Y hablando de sentido, usted va a ser protagonista de la motivación que aún quedó pendiente.

EL OIDO: Si usted se sitúa a orillas del Río Múrtiga, en el silencio de la soledad, poniendo atención, sus oídos percibirán el susurro de sus aguas, unas veces más fuerte debido a la prisa de las corrientes producidas por el desnivel del terreno, otras por las pequeñas cascadas ocasionadas por lo arbitrario de su curso, otras por el discurrir más sereno sobre remansos. Todo ello le sonará a una música de relax. Aparte, de forma diferente sentirá la sensación del bienestar que le proporciona el airecillo del balanceo de las hojas de los álamos, chopos o sauces y, por último, disfrutará del inconfundible trino de los ruiseñores, abundantes en la circunscripción.

LA VISTA: Con el horizonte ofrecido por cualquier lugar donde usted se sitúe, la admiración que sentirá al verse cercado por un magnífico parque y al considerar la lozanía presentada ante sus pupilas, difícil de explicar, porque va desde el claro al oscuro, pasando por todas las tonalidades, le dejará perplejo. No es fácil aglutinar tantas cualidades desde un mismo asentamiento. ¡Para ello hay que venir a La Nava!

EL GUSTO: Disponemos en nuestra localidad de un regalo al paladar. Si bien es común en muchas partes, aquí es diferente. Me refiero al jamón del cerdo Ibérico "pata negra", la caña su curación es artesanal, con aire puro. Aparte se puede comer la carne a la brasa tomando como postre el extraordinario melocotón autóctono, sin competencia en el mercado, pero envasado en botes de cristal al baño maría donde se conservan en condiciones óptimas, con todo su aroma, su jugo y dulzura tal como se recolectó en su momento.

EL OLFATO: Aquí hemos de descubrirnos. Estamos ante uno de los campos donde no hará falta más que darse una vuelta por los alrededores para percibir rápidamente los delicados oleajes embargando el ambiente, con una combinación de olores procedentes de la floresta, medicionales y aromáticas, como son: el eucalipto, la jara, el tomillo, el poleo o el orégano entre otros.

EL TACTO: Pues bien, sin tener que hacer uso de él, usted mismo palpará la sensibilidad de los habitantes. No llegará nadie a este rincón que se marche sin comprobar cómo los vecinos lo reciben amablemente, le ofrecen cuanto tienen, lo atienden con educación, siempre basados en las maneras propias de donde nos encontramos, pero con buena fe, no suponiendo inconveniente alguno en enseñarle lo que poseemos, de acuerdo con lo relatado anteriormente. Por estas razones ya hemos conseguido de muchas familias su estancia en fines de semanas, vacaciones y esporádicamente tantas veces pueden. ¡Por algo será!

Invitamos a todos a darse un paseo por aquí. No se arrepentirán.

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