Pepe Guevara

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José Cristóbal Guevara Sández nació en Puebla de Guzmán el 12.3.1926, en el número 41 de la calle Larga, siendo el menor de cuatro hermanos: José de la Peña, Antonia, Francisco Alonso y José. Allí asistió, junto a su hermano Paco, a la escuela de D. Eduardo Boza, situada en la Cebadilla.

Su padre, Juan Guevara García tuvo un comercio en la calle larga en el sitio conocido como tienda de los “Morillas” y posteriormente trabajó en el Servicio Nacional del Trigo en la Puebla, siendo el artífice de que se implantara dicho servicio en la localidad. También fue alcalde del pueblo. Más adelante, a tenor de algunos conocimientos de contabilidad adquiridos, trabajó en este servicio en la sede de Huelva. Por esta causa, Pepe, como gusta que le llamen, se traslada con su familia a la capital el 1.4.1939. De su corta estancia en la Puebla guarda recuerdos como, la conocida Comarcal, el pequeño calabozo existente en la plaza del pueblo, donde se ubica en la actualidad la Casa de Hermandad de la Virgen de la Peña, Mercado de Abastos, detalles de la romería como danzadores, tamboril, procesiones, etc, el temor y la escasez existente aquellos años como consecuencia de la Guerra Civil. A pesar de los años que corrían, considera que tuvo una buena infancia. También me comenta que en muchas ocasiones estando muy lejos de su pueblo natal le llegaban determinados aromas que le recordaban los pucheros que su madre cocinaba en aquella primera etapa de su vida en su pueblo.

Viviendo aún en la Puebla, Pepe acostumbra pintar los personajes de la época cuyas fotos contenía el diario ABC, también pintó a su abuela Catalina. Su padre por recomendación de Dª Pepita, que sustituyó a su maestro de aquellos tiempos de apodo estanquero que fue llamado al frente, creyendo que aquellos dibujos tenían cierta calidad, los guardaba celosamente. Estos dibujos se los mostró a Francisco Rebollo (alosnero) que era director del Servicio Nacional del Trigo en la Puebla, a través del cual llegaron a manos de su primo Enrique García Orta, que frecuentaba la Puebla y este le comentó, sabiendo de su inminente traslado a Huelva, cuando llegues allí llévame el niño.

Así, por avatares de la vida la familia Guevara-Sández cambió su residencia a Huelva. Allí, Pepe comienza a estudiar bachiller en el Instituto Rábida, a la vez que asistía a la Academia de Bellas Artes (que disponía de dos aulas en la planta alta del mismo edificio) de la que era director el pintor don Pedro Gómez (conocido como el pintor del Conquero) y subdirector Enrique García Orta, también pintor y, primo de Rebollo como hemos indicado anteriormente. En estas aulas, coincide en sus estudios con Mateo Orduña, las hermanas Sierra, Pepe Paz, Diego Morón y un chico lusitano apellidado Márquez. El último curso de bachiller lo cursó en el Colegio San Casiano, situado en la calle Puerto.

Si bien nuestro paisano es conocido en el mundo por su pintura, en Huelva también desarrolló otra faceta de su vida como es la futbolística. Jugó en el Atlético de Huelva y en el propio Recreativo Juvenil (filial del recreativo) en el año 43 y en la temporada 44-45 pasó a las filas del primer equipo como delantero centro, donde era conocido como Sández, hasta que a los 19 años padeció una pleuritis que le metió en cama y que una vez superada su peso también se había superado en 12 Kgs., como el mismo dice. Aquí se acabó su etapa futbolística de forma “profesional”, si bien siguió practicado dicho deporte, de hecho, el Recreativo lo incluía en sus filas en los partidos amistosos. Según las crónicas de la época, en los terrenos de fútbol, también “pintaba bien”.

En estos tiempos, en Huelva, no había porvenir para la pintura, el único pintor que vendía algo era Mateo Orduña, cuyo sustento no dependía totalmente de la pintura. Como nuestro país tenía las fronteras cerradas con el resto de Europa, nuestro pintor decide hacer su maleta y marchar a Brasil en 1952. Interrogado ¿por qué a este país?, responde, pues porque era el punto más próximo de la América Latina y allí la vida era más barata. Así, nuestro amigo zarpó del puerto de Barcelona y a bordo del “Julio César” cruzó mares durante doce días hasta llegar a Río de Janeiro. Allí lo que hizo fue sobrevivir y vender algún que otro cuadro. En Río permanece durante un año escaso.

Nuestro inquieto amigo, otra vez cambia de aires y se marcha, clandestinamente, a Uruguay, ciudad con fama de ser la Suiza americana por tener un alto nivel de vida, no disponer de régimen militar, etc. En Montevideo trabaja en el taller de Torres García, importante pintor uruguayo formado en Europa y creador de la tendencia “Constructivismo Universal”, aunque allí se hablaba más de temas intelectuales que de pintura. Al poco, de llegar a este país, se casó por poderes con su novia que había dejado en Huelva (ocupando su lugar en la ceremonia su amigo Ernesto Lazo) de cuya unión nació posteriormente, en estas lejanas tierras, su hija. Durante esta etapa, dice Guevara que aprendió el oficio, como se pintaba a la vieja usanza (Renacimiento). Por esta época ya exponía en el museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Argentina), era miembro del “Grupo de Arte no Figurativo de Montevideo”, del “Grupo de Arte Nuevo de Buenos Aires” y del “Grupo Informalista”. En ambos museos están expuestos cuadros suyos. Un contrato con la Galería H, le valió una exposición en Florencia. Pero inconformista por naturaleza, estaba desilusionado, buscaba algo novedoso, alguna técnica o tipo de pintura nueva. Y ocurre que, comprando un día material de su profesión, otro cliente que estaba allí y, a espaldas del comerciante, le recomendó que no comprara el ocre que estaba etiquetado, que había otro sin etiqueta, más económico y de igual calidad. Pepe le preguntó si era del gremio y la respuesta fue afirmativa, se fueron a tomar café y de este encuentro surgió una gran amistad. Este compañero era el italiano Armando Balloni, creador de la Bienal de Sao Paulo y gran pintor.

Durante su estancia en Uruguay y, aprovechando un viaje a Huelva de su esposa que quiso mostrar su hija a su familia, dedicó un año a conocer América Latina. También, por aquellos años, vivió en Buenos Aires y en Estados Unidos.

Un día, en 1953, quemando una paleta con lamparilla, observó que había una materia muy rica y diversa. En la fusión de estos materiales había un material distinto al utilizado por el informalismo (arena, arpillera, piel…). Fue así, como Guevara descubre una nueva técnica que patentó en su momento.

Su técnica de la pintura al óleo por combustión del pigmento es la que marca a partir de 1953 su evolución artística y la que le otorga su dimensión internacional, su presencia en museos y galerías de arte de Francia, Estados Unidos, Australia, Líbano, Siria, Irak, Alemania, Holanda, Inglaterra, Luxemburgo, Panamá, Islandia, Italia, Japón, etc. Sobre su técnica, dice Crespo1 “Guevara quema la pintura aplicada a un soporte de madera y consigue así una serie de calidades y cristalizaciones que prestan a sus obras un matiz original y único. Por mi parte, no tengo inconveniente en llamarle nuevo material –puesto que no es lo mismo pintura que pintura quemada- al resultante de la manipulación llevada a cabo por este artista…..Por eso he dicho en alguna ocasión que los cuadros de Guevara son como el desarrollo de la cerámica en un plano. …Nos hablarán estos cuadros de la capacidad creadora del hombre, de su fuerza, apta para torcer, enderezar y encaminar de acá para allá una materia de la que él mismo está formado. Nos encontramos así con un arte humano y humanista, con una pintura al nivel de nuestra naturaleza”. De esta nueva técnica, el crítico de arte Carlos Antonio Orean, asegura que “en realidad es tan revolucionaria como el hallazgo del más imprevisto de los materiales inventados por nuestra época2”.

Balloni le aconseja trasladarse a Europa para mostrar la nueva técnica y a pesar que vida le sonreía económicamente, tenía un hotel y una librería. En este sentido, él mismo aclara que siempre ha tenido suerte en la vida.

Fue convencido por su compañero uruguayo y se vino a Huelva, donde acompaño a su padre, aquejado por una enfermedad terminal, en los últimos compases de su vida en la década de los sesenta. Este viaje, transcurrió por la siguiente ruta: Buenos Aires, Montevideo, Santos, Río de Janeiro, Pernambuco, Madeira, Stª Cruz de Tenerife, Dakar, Lisboa, Vigo, Huelva, dicho de otra forma 28 días de navegación y varios más de tren desde Vigo a Huelva.

En este año obtiene el primer premio Ateneo de Sevilla. Allí coincidió con otro ilustre puebleño, Sebastián García Vázquez, visitante de la exposición.

Después del fallecimiento de su progenitor, se desplaza a Madrid para preparar su salto a París. En Madrid alquila un estudio y solicita una entrevista con el Comisario español de Arte Luis González Robles. Este, que buscaba romper la tendencia de representación de arte desfasado de España en Bienales anteriores, quedó asombrado al conocer la nueva técnica y le invita a participar en 1962 en la Bienal de Venecia en su edición nº 31 exponiendo ocho de sus obras sobre el Informal Matérico. Esta Bienal supuso un gran éxito para España. Los ingleses, mal informados, tenían una especie de rechazo a este éxito español por estimar que el boom de España en la Bienal se debía a motivos políticos de la época. Pero la obra española presente en la Bienal, fue expuesta después en el National Gallery de Londres. Tuvo un encuentro con el grupo informal que le otorga a Pepe un gran auge dando a conocer su obra en Australia.

Sobre González Robles, dice Guevara “todos estamos en deuda con él, a quien a pesar de algún homenaje, no se le ha reconocido lo que hizo por el arte español, tardará mucho en aparecer otro González Robles para el arte español, si es que aparece”.

Al margen de la Bienal anterior, también participa en las Bienales de Sao Paulo, Alejandría y París.

En España, pasa a formar parte de la “Corriente Informalista” en la que figuraban nombres tan representativos como el granadino Rivera o el catalán Tapies.

Se le incluye en un Libro de Cotización editado por el Instituto Brera de Milán sobre pintores contemporáneos en 1963.

José Guevara es un pintor de vanguardia, de lo figurativo llegó al informalismo “porque es un campo grande, el lema es haz lo que quieras pero hazlo bien, en el fondo la temática es lo banal del cuadro” dice el artista.

Desde 1963 hasta 1975 residió en París, si bien viajando frecuentemente a Italia por poseer un estudio en Milán. Durante esta época también residió durante un año en New York, asimismo un día partió desde el puerto de Marsella a exponer en Bagdad, donde también vivió año y medio. Allí fue el pionero de la pintura española, pues era el primer español que exponía en Irak.

La estancia de nuestro paisano en Irak, donde llegó en 1963, aviva la exigencia de abandonar el abstrasismo puro, avanzando hacia un expresionismo informal. Destaca el tratamiento de sus obras con la veladura de color de diverso espesor que ofrece un estado de fluidez. Allí expuso el 6.1.1964.

Desde los años 80 reside en Italia, en Jesi o en Palermo, donde le llaman “Guevarino il rosso” por el color rojo fuerte de sus obras informalistas o “il maestro”. Surge la interrogante ¿por qué Italia?, y contesta: “porque ya desde el 58 tenía relación con sus galerías, la Bienal de Venecia tuvo lugar en el 62, porque soy un enamorado de su patrimonio artístico, por su gente, porque continua generando el 70% del diseño mundial, porque su grandeza te hace sencillo”. Allí el Instituto de Estudios José Guevara acapara toda su atención. Ha sido nombrado “Honoris Causa” por la Academia Siculo-Normanna de Palermo e Monreale, en 1999.

En 1984, participa en Huelva en el Premio “Vázquez Díaz” donde el jurado, en la memoria del certamen, recomienda a la Excma. Diputación Provincial, organizadora del evento, “por la especial calidad y prestigio del pintor onubense José Guevara, la adquisición de alguna de las obras presentadas y/o la organización de una exposición antológica de su obra”. Desgraciadamente, quedó sólo en el deseo. Que acertados son los refranes… “Nadie es profeta en su tierra”. En 1989, fue miembro del Jurado de este evento siendo el fallo del primer premio para Seisdedos y Domínguez Rivas.

En su obra ha ido incorporando la figura, con temas sacro. Así desde el pasado mes de Julio se expone en la sesión de Arte Moderno del Museo Vaticano su cuadro titulado “La Cruz”, una cruz dibujada con luces sobrenaturales (evanescente) sobre un fondo azul en la que se apoya Juan Pablo II con una mano. Se trata de una pintura de gran formato de 175X125 cmts. realizada en el año 2000, que fue adquirida a propuesta del profesor Armando Ginesi, crítico de arte italiano especializado en obras de artistas españoles, con la colaboración del embajador de Italia en la Santa Sede Giuseppe Balboni Acqua y del Centro Studi e Ricerche sull,Arte Contemporánea “Raffaello Sandio” di Fermo.

Para él la presencia de su obra en el Museo Vaticano es importante, ya que considera que “es difícil entrar, es el museo más importante del mundo, que ha recogido a lo largo de los siglos lo mejor y no se han equivocado”. La obra fue presentada directamente al Papa Juan Pablo II, en un acto en el que participó José Guevara el pasado mes de julio. El pintor destaca que “ha sido una gran satisfacción llegar a este museo porque no soy italiano, y más que el Papa se interesara por la obra”.

Otra faceta de nuestro amigo es el teatro. Respecto a ello, me confiesa “de adolescente quería ser actor pero mi físico y mi voz no daban para ello. No renuncié a mi entera vocación. Fui el primero que di a conocer en España la obra “La última Cinta” de Samuel Beckett, representada en el Teatro de Bellas Artes de Madrid en 1962, luego escribí teatro, en español y francés, varias obras, pero un teatro de denuncia, nunca estrenado, aunque si publicado. Se me reconoce mas como pintor, pero hay más cosas”. Sus obras publicadas son:“Después de la Escalada”, “Les Tèlèphones”, “La vindicación de Judas”, “II sospetto di statu”, “Día de caza”.

Su exposición más reciente ha sido en China, en el Museo de Pekín, sobre lo cual, puede leerse en un periódico transalpino “E José Guevara ha portato in Cina un po´ di Marche”. Como indica Romero3, “es natural la visión de una China cercana en un hombre que se marchó a exponer en Melbourne, Sydney o Auckland cuando el viaje desde Marsella hasta el continente austral duraba mes y medio, o que tuvo el valor de cruzar el continente suramericano en veintesiete días en un tren para pobres, un ferrocarril de vía estrecha sin horarios que alimentaba sus calderas con el excedente de café que Brasil quemaba para contener los precios”.

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