La huella del pasado impregna el corazón de la Cuenca Minera

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Que la Cuenca Minera sufre una profunda crisis por el cese de su principal actividad económica es por todos sabido, como también lo es la necesidad de buscar actividades complementarias que vengan a paliar las consecuencias negativas del cierre de la minería. Esto bien lo saben los agentes sociales de la zona, quienes desde hace unos años han visto en el turismo la fórmula más idónea para relanzar la economía de estos pueblos, con una tradición minera a sus espaldas de más de 5.000 años.

Y es que la Cuenca Minera tiene mucho que mostrar, especialmente, a aquellos que llegan deseosos de conocer uno de los territorios más emblemáticos de Andalucía, donde han convivido un crisol de civilizaciones y donde la minería ha jugado un papel primordial en la historia de sus gentes.

Aunque habría que remontarse varios milenios atrás para traer a la memoria hechos que marcaron la cultura de esta comarca, bien es cierto que fue allá por el año 1873 cuando la Cuenca Minera inició una nueva andadura que cambiaría el rumbo de su historia. Fue en esta época cuando los directivos británicos llegaron a estas tierras para hacerse cargo de la Rio Tinto Company Limited, conocida popularmente como la compañía minera, una potente empresa que dio trabajo a más de 25.000 obreros y que se convirtió en una de las más importantes a nivel mundial.

Pero con ellos no llegaron solo tiempos de esplendor económico, sino también influencias anglosajonas que cambiaron la fisonomía de los pueblos mineros. Los ingleses no quisieron perder sus costumbres y trasladaron hasta la zona su modo de vida, creando su propio barrio residencial, conocido como Bellavista, dotado de todas esas comodidades que tenían en su país natal, como canchas de tenis, viviendas al más puro estilo victoriano, una capilla presbiteriana, un club social o su propio cementerio.

También revolucionaron los sistemas de transporte, ya que fueron ellos los que introdujeron el ferrocarril como medio de transporte de minerales a gran escala para conducirlos hasta el Muelle de Huelva, desde donde partían con destino a Inglaterra.

Riotinto se convirtió así en uno de los centros de extracción de mineral más importantes del mundo y hoy día, aunque la actividad minera ha desaparecido, ha quedado un legado patrimonial que es seña de identidad de esta comarca onubense.

Para mostrar toda esta riqueza y que no caiga en el olvido, existe en la Cuenca una fundación sin ánimo de lucro cuyos objetivos son el estudio y la investigación de la historia de la metalurgia y la conservación del patrimonio minero. La Fundación Rio Tinto gestiona desde hace unos años un parque temático que muestra, entre otros proyectos, un museo que recoge la herencia dejada por las distintas civilizaciones que poblaron la comarca, un ferrocarril turístico que recorre una de las zonas más importantes de extracción de mineral, una mina en la que se puede comprobar el trabajo de estos obreros, las impresionantes cortas a cielo abierto o el barrio inglés de Bellavista.

Localización

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Museo Minero y Ferroviario

Uno de los puntos de mayor interés que abrió sus puertas en 1992 es el Museo Minero y Ferroviario, construido en la sede del antiguo hospital inglés y que ofrece un exhaustivo repaso de la historia de la minería desde que comenzaran a explotarse las minas hace cinco milenios.

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El visitante puede, a través de sus salas, viajar en el tiempo y conocer las diferentes culturas que tuvo la comarca, ya que aquí se conservan numerosos restos encontrados desde la Edad del Bronce. Pero también puede observar, a través de maquetas, la evolución del paisaje de Riotinto desde 1892, la flora y fauna característica de la zona, los acontecimientos sociales ocurridos en la comarca o la arqueología industrial.

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Una de las salas más visitadas es la que ilustra la época romana, uno de los momentos de mayor auge de la explotación minera en las minas de Riotinto. A través de cerámicas, objetos de adorno, elementos funerarios o constructivos, se ofrece una visión general de los poblados romanos y su estrecha relación con la actividad minero-metalúrgica.

También el Museo Minero acoge la reproducción de una antigua estación ferroviaria donde se pueden contemplar tres piezas emblemáticas del ferrocarril de Riotinto, como el vagón del Maharajah, considerado como el vagón de pasajeros más lujoso del mundo y fabricado en 1892 para un viaje que la reina Victoria de Inglaterra iba a realizar a la India.

Asimismo y recientemente, el Museo ha puesto en funcionamiento la reproducción de una mina romana que refleja fielmente los aspectos técnicos y sociales de este sistema de explotación. En 250 metros de recorrido, el visitante puede conocer la forma de extracción de mineral de aquella época, con norias de hasta cinco metros de altura o con una reproducción de tornillos de Arquímedes, cuya función era conducir el agua hasta el exterior y evitar la inundación de la cavidad.

Casa 21 de Bellavista

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Otro de los proyectos más recientes se ha llevado a cabo en Bellavista, el barrio de los directivos ingleses construido a partir de 1883 sobre una pequeña colina de escoriales antiguos al oeste del pueblo. Aquí, la Fundación Rio Tinto ha emprendido un nuevo camino con el objetivo de mostrar las costumbres del personal inglés. Se trata de la Casa 21, una edificación que ha sido restaurada y amueblada con elementos arquitectónicos de finales del siglo XIX para reproducir, lo más fielmente posible, como vivía una familia de nacionalidad inglesa en aquella época.

La vivienda, de 580 metros cuadrados, dispone de tres plantas en las que se ubican el vestíbulo, seis habitaciones, salón, comedor, cocina, despensa, lavadero, aseos, porche delantero y patio trasero, entre otras dependencias, en los que se ha mimado cada detalle para que el visitante se sumerja en el modus vivendi de la época.

Los objetos decorativos utilizados, unos adquiridos en anticuarios y otros recuperados, ayudan a retornar al pasado como si el tiempo no hubiese transcurrido y trasladan al espectador a una época de tradición puramente anglosajona. Vajillas, visillos en puertas y ventanas, botes de conservas, libros y artículos de despacho, una cuna con mosquitera, un piano con su taburete, utensilios de cocina o fotografías captadas en aquellos tiempos convierten esta vivienda en un auténtico museo que está teniendo una gran aceptación entre los muchos visitantes que recibe.

Ferrocarril Turístico Minero

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Pero si el turista quiere conocer una de las zonas de extracción de mineral más importantes de la zona y hacerlo a través de uno de los medios de transporte más revolucionarios de aquellos tiempos, puede tomar el tren turístico minero que lo conducirá, a lo largo de unos 12 kilómetros, por un viaje singular que discurre paralelo al río Tinto. En vagones restaurados de principios de siglo, podrá tomar la línea férrea comercial Riotinto-Huelva, cuyo tramo total es de 84 kilómetros y que fue utilizada desde 1875 hasta 1984 para transportar minerales y pasajeros hasta la capital.

El trayecto comienza en un antiguo apeadero situado a las afueras del núcleo urbano de Riotinto. Aquí estaban los antiguos talleres de reparación de piezas y ahora se utiliza como sede de una industria de colorantes. Desde allí, el tren recorre unos cinco kilómetros por una zona donde estuvo una antigua fundición de cobre y la planta de ácido sulfúrico y donde permanecen los restos del duro trabajo realizado por la mano del hombre, como escorias y desechos de la fundición. Las labores industriales han sido también las causantes del paisaje insólito que rodea estas tierras, más propio de una superficie extraterrestre ya que las aguas ácidas terminaron con la vegetación presente en la zona.

El pasajero dejará a su derecha los restos del antiguo pueblo de Naya, un poblado obrero cuyos habitantes fueron los que trabajaron en la antigua fundición de cobre, o la zona de Zarandas, donde se trituraba, lavaba y clasificaba el mineral sin transformar y que guarda como un tesoro numerosos restos de vagones y plataformas ferroviarias.

El recorrido finaliza en La Estación Los Frailes, donde aparece un paisaje mucho más natural con repoblaciones realizadas a finales del siglo XIX y principios del XX de árboles no autóctonos pero que frenaron la erosión, como el pino Flandes, el pino piñonero o eucaliptos. Para realizar este viaje, la Fundación tiene operativas tres locomotoras restauradas, dos diesel y una a vapor, con capacidad para unos 190 pasajeros cada una de ellas.

Peña del Hierro

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Nuestra visita nos lleva hasta Peña del Hierro, una mina que desde noviembre ha abierto sus puertas al público y que constituye uno de los más bellos parajes de la zona. Esta mina, ya explotada por los romanos hace 2000 años, puede visitarse a través de una galería de unos 200 metros, en los que se pueden conocer los métodos de trabajo y los sistemas de explotación de la época. Aún en las paredes se conservan los restos del hollín de las vagonetas utilizadas para transportar la mercancía, o los pozos de ventilación y de evacuación de aguas, ahora inundado por la inactividad minera.

El recorrido finaliza en una corta a cielo abierto, principal sistema de explotación de mineral en la Cuenca, en la que se sacó calcopirita, pirita, gossan o pizarras y que en la actualidad aparece con una gran reserva de agua en su superficie, llegando a alcanzar en la parte central los 25 metros de profundidad.

Peña del Hierro cuenta actualmente con un atractivo añadido porque los técnicos de la NASA y del CAB de Madrid desarrollan parte del trabajo del proyecto Marte en las rojas y ácidas aguas del Tinto, ya que se piensa que existen similitudes entre estas tierras y las del planeta rojo.

Y es que la Cuenca Minera, desconodida por muchos, posee un inmenso potencial turístico que cada vez se está aprovechando más como actividad diversificadora de la zona. Su color especial, sus paisajes insólitos y el carácter de sus gentes confieren a esta comarca el encanto de un pasado que se erige como motor económico.

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