Canción de los pajaritos (Alosno)

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Cantada en la Misa Romera de San Antonio de Padua

Padre mío San Antonio,
suplicad al Dios inmenso
que son su gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en huerto obrasteis
de edad de ocho años.
Desde niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado
y del mundo admiración.
Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas y frutos
que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
cosa que nunca olvidaba.
Y le dijo: Antonio,
ven acá hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.
Mientras yo estoy en misa
gran cuidado has de tener;
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.
Entran en el huerto,
pican el sembrado,
por eso te advierto
que tengas cuidado.
Cuando se ausentó su padre
y a la Iglesia se marchó,
Antonio quedo cuidando
y a los pájaros llamó:
Venid, pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tengáis cuidado.
Para que mejor yo pueda
cumplir con mi obligación,
voy a encerraros a todos
dentro de esta habitación.
Y a los pajaritos
entrar los mandaba,
y ellos, muy humildes,
en el cuarto entraban.
Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
cuando Antonio los llamó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajaritos
alegres cantaban.
Cuando se acercó su padre,
luego los mandó callar;
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar.
Ven acá Antoñito,
dime, hijito amado,
de los pajaritos
¿que tal has cuidado?
El niño le contestó:
Padre, no tenga cuidado,
que, para qu eno hagan mal,
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande,
al Señor Obispo
trató de avisarle.
Acudió el Señor Obispo
con gran acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se querían marchar.
Antonio les dijo entonces:
Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo no los mande.
Se puso en la puerta
y les dijo así:
Ea, pajaritos,
ya podéis salir.
Salgan cigüeñas, con orden,
águilas, grullas y garzas,
avutardas, gavilanes,
lechuzas, mochuelos, grajas.
Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Salga el cuco y el milano,
zorzal, patos y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.
Salgan verderones
y las cardelinas,
también congujadas
y las golondrinas.
Al instante que salieron
todas juntitas se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio les dice:
No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
por riscos y prados.
Al tiempo de alzar el vuelo
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y su ilustre compañía.
El Señor Obispo
al ver tan milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.
Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión,
todos merezcamos
la eterna mansión.

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